HIDRATACIÓN EN EL ADULTO MAYOR

 

 

La deshidratación es la pérdida de agua en el organismo y trae como consecuencia un desequilibrio de fluidos y de electrolitos. Esta situación es más común en las personas mayores.

 

En un estudio se observó que el 23% de los pacientes mayores de 70 años que ingresan al hospital están deshidratados. Definitivamente, la deshidratación en los ancianos es muy frecuente y los índices de mortalidad en mayores deshidratados fluctúa entre el 45 y 46%.

 

Durante el envejecimiento, el contenido de agua en el cuerpo va disminuyendo. Cuando nacemos, nuestro cuerpo contiene aproximadamente 80% de agua. Cuando pasamos los 50 años, solo contiene entre 40 y 60% de agua.

 

Así como el nivel de agua en nuestro organismo va descendiendo con el paso de los años, también ocurren otros cambios que dificultan una adecuada hidratación; por ejemplo, la sensación de sed se ve disminuida, generalmente se consumen muchos fármacos, se generan problemas para deglutir los alimentos, disminuye la

sensación del gusto, etc. Todos estos problemas, en algunos casos sumados al mal de Alzheimer, traen como consecuencia la deshidratación y, en la mayoría de los casos, la hospitalización.

 

En un estudio español sobre la salud y cuidados durante el envejecimiento, mencionan que uno de los factores que influye principalmente en la deshidratación de los ancianos es cuando son mayores de 85 años. El estudio indica también que las mujeres tienen más predisposición a la deshidratación que los hombres. Además, resaltan que otros factores que influyen en la deshidratación son la disminución de la sensación de sed, la disminución de la movilidad, los trastornos neurológicos (demencia, alzhéimer, ACV), patologías (fiebre, diarrea, vómito), deterioro cognitivo (problemas en la comunicación), deterioro visual y dificultad para hablar, problemas para la deglución, ingesta excesiva de medicinas (más de 4 fármacos diarios), medicamentos diuréticos, estreñimiento, limitación del consumo de agua por incontinencia urinaria, falta de atención del cuidador, miedo a la incontinencia, aumento de la temperatura ambiental, cambios en los ejercicios físicos y la dieta rica en fibra.

 

Uno puede detectar si un adulto mayor, sea familiar o esté a cargo de su cuidado, presenta deshidratación mediante algunos signos y síntomas visibles:

 

- Pérdida de apetito

- Sensación de sed

- Intolerancia al calor

- Cansancio extremo

- Insomnio

- Estreñimiento

- Mareos

- Hipotensión arterial

- Orina concentrada y con olor fuerte

- Boca seca y pegajosa

 

Es importante recordar que un adulto mayor debe consumir de 8 a 10 vasos de agua al día, aproximadamente entre 30 a 35 ml por Kg de peso, con algunas excepciones, como en el caso de pacientes enfermos con diarrea, vómitos, fiebre o que vivan en zonas muy calurosas (en cuyo caso se puede aumentar la ingesta de agua).

 

Cuando el adulto mayor no presenta sensación de sed o se le hace muy difícil ingerir líquidos, se le deben suministrar en pequeños sorbos. Si el paciente tiene problemas de deglución, el agua se puede reemplazar por papillas o alimentos de consistencia gelatinosa.

 

Es recomendable evaluar constantemente la hidratación de un adulto mayor para evitar complicaciones futuras y posibles hospitalizaciones.

 

Lic. Ximena Chávez Alonso Nutricionista - CNP 5738

Creadora y editora de Mi Awki

Contacto: miawki.nutricion@gmail.com

Facebook: Mi Awki

 

Fuentes:

· Bolet, M, Socarrás M. La alimentación y nutrición de las personas mayores de 60 años. Cuba: 2010.

· Marbán (2007) Geriatría. Elsevier: Madrid

· Gil, ANGEL (2010) Tratado de nutrición: Nutrición clínica. Panamericana: Buenos aires. Tratado de nutrición

· Mantenimiento de la hidratación oral en personas mayores. Enferm Clin.2006; 16(3):166-8

· Gázquez J, Pérez M, Molero M, Mercader I. Salud y cuidados en el envejecimiento. Asoc. Univ. de Educación y Psicología. España. 2013.

Compártelo