EL AYUNO, MARAVILLOSA FUENTE DE ENERGÍA

 

El ayuno utiliza las reservas, limpia y transforma nuestros tejidos. Es el más simple, natural y antiguo de los sistemas conocidos para renovar las viejas reservas, quemar todos los desperdicios y estimular una nueva energía de una fuerza sorprendente.

 

«En la vida primitiva, los seres humanos estaban sometidos a períodos de ayuno. Cuando la escasez no los obligaba, se sometían ellos mismos a esta prueba voluntariamente. Todas las religiones han insistido sobre la necesidad del ayuno. La privación de alimentos produce en primera instancia la sensación de hambre, a veces una cierta estimulación nerviosa y más tarde un sentimiento de debilidad. Pero ello determina algunos fenómenos escondidos y que son bien importantes” (Dr. Alexis Carrel).

 

 

Físicamente, el ayuno nos beneficia de una manera increíble: normaliza todas las funciones orgánicas, libera tensiones, relaja los músculos, fortalece los órganos y sistemas, incrementa notablemente la inmunidad, es la forma más eficaz que el cuerpo dispone para desintoxicarse; por eso, muchos médicos famosos han afirmado: “lo que no cura el ayuno, es incurable”. Nuestro organismo cuenta con una fantástica capacidad de auto-recuperación llamada homeostasis que siempre está activa y que se multiplica en los estados de ayuno. Entre las mayores bondades fisiológicas del ayuno está la impresionante recuperación del instinto, tan eficaz para el autodiagnóstico, la autoprotección y fundamento de la intuición. Cuando ayunamos, de inmediato podemos sentir que respiramos con mayor amplitud y soltura, descubrimos más esta preciosa fuente de energía, de placer y de paz.

 

Emocionalmente los cambios no son menos extraordinarios. Ayunar neutraliza las angustias, ansiedades y pasiones, generando serenidad. El ayuno promueve la unidad entre la mente y el cuerpo, simplificando y haciendo más eficaz cualquier labor que realicemos, despertando la intuición que nos trae respuestas claras y precisas sobre los conflictos que enfrentamos. El ayuno descongestiona los sentimientos hacia la tolerancia, el perdón, la comprensión, la reunión e integración con los demás.

 

Mentalmente los cambios son significativos y favorables. De inmediato llega cierta calma psicológica, disminuyen las preocupaciones excesivas y descontroladas. Nos brinda claridad de intelecto, agudiza la memoria y promueve la lucidez del pensamiento. Al desbloquear canales energéticos de comunicación, sensibiliza y permite tomar conciencia y mayor contacto con cada parte de nosotros, con el medio y la naturaleza, impulsando nuestra sintonía global.

 

Ayunar es conocer nuestros límites, es entrar en contacto con una fuente de fuerzas extraordinarias. Lo esencial es conducir el ayuno con inteligencia y mesura.

 

Para obtener el máximo provecho del ayuno, se deben observar cuatro reglas:

 

1. Limpieza interna y externa.

2. Abstención completa de todo alimento.

3. Respiración profunda.

4. Actividad normal.

 

Se puede ayunar de varias maneras, prescindiéndose de la cena, por ejemplo, o del desayuno por la mañana, aunque, si uno desea verdaderamente experimentar el ayuno y estimular firmemente la energía física y mental llevando al organismo a un funcionamiento óptimo, no hay sino una sola especie de ayuno: el ayuno de larga duración. El término medio es un ayuno de setenta y dos horas consecutivas (tres días). Durante el ayuno, es preciso «mantenerse más activo, más alerta, más ardiente que de costumbre; es preciso dominar al ayuno, no soportarlo».

 

Hace falta, naturalmente, abstenerse de todo excitante, tal como el té o el café, aunque se puede beber agua a voluntad; sin embargo, ésta se debe tomar a pequeños sorbos haciéndola rodar sobre la lengua.

 

El gran beneficio del ayuno es el de hacernos tomar contacto en el fondo de nosotros mismos con una fuente de energía inagotable y de la cual nosotros no sospechábamos de su existencia, que nos comunica una energía mental y física sorprendente, y repara nuestras facultades «elevándonos por encima de nosotros mismos».

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