LOS BENEFICIOS DE UNA FLORA INTESTINAL NORMAL

 

 

 

Los microorganismos intestinales realizan una verdadera digestión dentro de la digestión.

 

Muchas de las fibras vegetales que ingerimos y que no podemos utilizar, como la celulosa y la pectina, son aprovechadas por estos microorganismos, que las degradan desdoblando sus polisacáridos y haciéndolos más digestivos.

 

La flora intestinal posee enzimas capaces de desdoblar los hidratos de carbono, las grasas y las proteínas. Gracias al desdoblamiento de los hidratos de carbono, estas bacterias obtienen la energía necesaria para su sustento.

 

Una función muy importante de estas baterías es su efecto sobre el desdoblamiento de las grasas, incluidos los ácidos biliares (de carácter graso) y el colesterol. Esta utilización por parte de las bacterias del colesterol sobrante puede ser muy beneficiosa para que los niveles de colesterol en la sangre permanezcan en nos límites aceptables. Este aspecto quizás requiere una explicación más detallada. El colesterol que le sobra al organismo se vierte a través de la bilis en el sistema digestivo; en muchas ocasiones este colesterol es reabsorbido por la mucosa intestinal y vuelve a la sangre. Si conseguimos que el colesterol sobrante sea digerido por las bacterias intestinales, éste ya no se reabsorberá, y como consecuencia se evitará, en cierto modo, que sus niveles se eleven por encima de lo normal.

 

Otro de los grandes beneficios de una flora intestinal normal es la prevención de infecciones por microorganismos patógenos. La flora normal forma una especie de alfombrilla del tubo digestivo que tapa los poros existentes, en los cuales se podrían adherir los microorganismos perniciosos. La flora intestinal es de esta manera, un inmejorable mecanismo de defensa corporal.

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