MEDICINA NATURISTA: ADAPTARSE A LA NATURALEZA HUMANA

 

 

La parcialización del ser humano que comporta la visión cartesiano-científica de la medicina ortodoxa impide en muchas ocasiones observar la totalidad del problema de salud y abarcarlo completamente tanto en su vertiente diagnóstica como terapéutica. En el otro extremo, aceptar el concepto energético del ser humano lleva en algunos casos a maximizar este aspecto y a incluir el naturismo entre las llamadas “ciencias ocultas”, con las que nada tiene que ver.

 

El aspecto físico del ser humano (el cuerpo), aunque con una visión algo diferente que en la práctica oficial, no crea grandes discusiones metodológicas; el aspecto mental, en parte equiparable a la psicoterapia, tampoco. Sin embargo, las creencias espirituales individuales (que son propias de cada individuo y no un patrimonio del método naturista), sí crean discusión al tratarse de conceptos filosóficos alejados del materialismo imperante, que sin duda influyen en el deseo de curarse o en la esperanza de una trascendencia más allá de la enfermedad. El mismo ateísmo puede considerarse una creencia filosófico-religiosa, inherente a la condición humana.

 

Una de las premisas básicas de la medicina naturista debería ser: “Educar es mejor que medicar”. El aprendizaje de los hábitos saludables es indispensable en todo plan de tratamiento y es un hábito exclusivo de la especie humana. Es imposible motivar al paciente si éste no conoce la finalidad ni los métodos del tratamiento.

 

Todos los tratamientos naturistas dependen de la participación activa del individuo enfermo; una tarea nada fácil, ya que supone un esfuerzo personal al que no se suele estar acostumbrado. Como afirma el doctor John Bastyr: “La diferencia entre la medicina ortodoxa y la naturista radica en que en la segunda no es el médico el que cura, sino el propio paciente”.

 

Este arte de tratar responde a las necesidades del ser humano, pues aporta una ayuda sencilla, con remedios simples y naturales, fomenta la colaboración activa del paciente, le enseña los principios curativos y lo hace con ello compañero del plan de curación.

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