TERAPIA CRANEOSACRAL

 

La terapia craneosacral es una técnica que empezó a estudiarse a principios del siglo XX. El Dr. William G. Shuterland investigó el complicado entramado de los huesos craneales con el propósito de investigar su comportamiento y movilidad. Durante dos décadas realizó muchos experimentos y pruebas hasta desarrollar un sistema basado en la palpación con el que podía examinar y tratar dolencias a través de los huesos del cráneo.

 

Posteriormente, en 1970, el cirujano Jhon E. Upledger, observó durante una operación de cuello un movimiento rítmico en el tejido membranoso. Tras una labor de investigación sobre un tema del que apenas existía documentación previa, llegó a la conclusión de que ese “pulso” provenía de la duramadre espinal. Combinó así sus descubrimientos con los datos obtenidos por su antecesor en este campo, el Dr. Shuterland, corrigiendo y modificando algunos de sus protocolos; además, impartió seminarios en los que mostraba algunas técnicas de evaluación y tratamiento de patologías a través de la terapia craneosacral. En 1975 y al frente de un amplio equipo de médicos, biofísicos y anatomistas, pudo demostrar científicamente el funcionamiento de esta terapia.

 

Es una técnica manual, sutil y de efecto profundo para ayudar a detectar y corregir los desequilibrios del sistema neuromeníngeo (SNC) que pudieran ser la causa de disfunciones sensitivas, motoras o neurológicas.

 

 

¿CÓMO FUNCIONA?

Para comprender esta terapia es necesario entender una función orgánica desconocida para muchos: el Impulso Rítmico Craneal (IRC). El encéfalo (cerebro, cerebelo, bulbo raquídeo, y todo el conjunto de estructuras que alberga el cráneo) está envuelto por una fina capa, parecida a una bolsa, llamada duramadre. Esta piel se extiende por el interior de la columna, cubriendo la médula espinal, hasta llegar al hueso sacro, donde acaba en la cola de caballo o lugar donde se ramifican las terminaciones nerviosas.

 

Dentro de esta bolsa o canal circula el líquido cefalorraquídeo (LCR), el cual se renueva constantemente, se origina en los plexos coroideos del encéfalo y se elimina por las paredes de la duramadre. Para este proceso, el LCR bombea rítmicamente a través de cambios de presión, creando movimientos de contracción y expansión, originando así una especie de respiración, o un “pulso”. La sutileza del IRC no se debe confundir con el pulso cardiaco ni con el movimiento propio de la respiración.

 

 

¿Cómo se realiza esta terapia?

Los especialistas en esta terapia pueden percibir con facilidad el ritmo craneosacro del cuerpo tocando ligeramente la base del cráneo o el sacro. Durante la sesión, notan las alteraciones del ritmo, la amplitud, la simetría y la calidad del flujo del ritmo craneosacro. Este tipo de terapeuta utiliza toques muy suaves para equilibrar el flujo del ritmo craneosacro. Cuando el líquido cefalorraquídeo se mueve libremente, la respuesta curativa natural del organismo empieza a actuar.

El tiempo de las sesiones fluctúa entre los 30 y 90 minutos. El paciente permanece completamente vestido y estirado sobre una camilla de masajes mientras que el terapeuta evalúa suavemente el flujo del ritmo craneosacro.

 

 

TÉCNICA

Dentro de esta terapia existen varias técnicas que se pueden utilizar en una sesión:

 

Liberación de energía obstruida. El terapeuta percibe estas obstrucciones en el cuerpo del paciente y los libera suavemente.

 

Dirección de energía. El terapeuta trata de que la energía pase de una de sus manos, a través del paciente, hasta la otra.

 

Liberación miofascial. Se manipula suavemente el cuerpo del paciente para liberar la tensión en la fascia o tejido conjuntivo del organismo a través del tacto.

 

Posición de liberación. Se trata de observar el cuerpo del paciente en las posiciones en que tuvo una lesión y mantenerlo así. Cuando el ritmo craneosacro se detiene intempestivamente, el terapeuta sabe que el traumatismo se ha liberado.

 

Liberación somato-emocional. Se utiliza para liberar la mente y el cuerpo de los efectos residuales de los traumatismos y lesiones que quedan localizados en los tejidos.

 

 

BENEFICIOS

Según los expertos, la terapia craneosacra tiene grandes beneficios para los siguientes problemas de salud:

 

- Dolor de cabeza.

 

- Otitis media crónica

 

- Síndrome de la articulación temporomandibular

 

- Infecciones crónicas

 

- Gastroenteritis (inflamación del estómago o del intestino delgado)

 

- Enfermedad coronaria

 

- Fibromialgia

 

- Lumbalgia

 

- Artrosis

 

- Artritis reumatoide

 

- Neumonía

 

- Asma

 

- Parálisis cerebral

 

- Depresión

 

- Déficit de atención e hiperactividad

 

- Diversos trastornos del sistema nervioso central

 

 

EFECTOS SECUNDARIOS

Algunos pacientes pueden sentir un malestar leve luego del tratamiento, lo que puede suceder debido a una nueva experiencia de un traumatismo o una lesión, o a que la zona previamente entumecida vuelve a funcionar pero aún se encuentra sensible. Todos estos efectos secundarios son temporales.

 

 

PRECAUCIONES

Realizada por un terapeuta calificado, este tratamiento es bastante seguro en general; sin embargo, no es recomendable en caso de infecciones agudas, fractura craneal reciente, hemorragia intracraneal, aneurisma y hernia del tronco cerebral.

 

Es importante señalar que esta terapia no excluye otros tratamientos médicos.

 

 

Fuentes:

Enciclopedia de las medicinas alternativas

consultashealthcare.com

fisioholistik.com

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