Alan Weisman: “Si no reducimos la población, la naturaleza lo hará por nosotros"

 

 

Alan Weisman es periodista e investigador. Lleva más de 50 años viajando por todo el planeta para realizar investigaciones y reportajes sobre medioambiente, economía, relaciones internacionales y cultura popular. Ha publicado en los principales medios de su país, como el Harper's Bazaar y The New York Times Magazine. Sus libros han llamado la atención mundial por su original enfoque a la hora de tratar los problemas medioambientales.

 

El mundo sin nosotros, publicado en 2007, se convirtió en un best-seller internacional traducido a 34 idiomas. Actualmente es profesor de periodismo internacional en la Universidad de Arizona. Está casado con la escultora Beckie Kravetz, con quien tuvo una hija que falleció.

 

Weisman afirma que la raíz de todos los problemas del planeta se resume en una operación de matemática: somos 7200 millones de habitantes, pero solo cabemos entre 2000 y 3000.

 

El éxito mundial del libro, en el que se preguntaba cómo se recuperaría la naturaleza si los humanos desaparecieran de la faz de la Tierra, le otorgó un cierto aire de gurú medioambientalista.

 

En su nueva obra, La cuenta atrás (Debate), el periodista e investigador norteamericano recorrió el planeta calculadora en mano. El resultado sugiere que el ecologista se ha visto superado por el demógrafo.

 

La conclusión a la que ha llegado admite una lectura aterradora y otra cargada de esperanza: si el ritmo actual de crecimiento de la población mundial se encamina hacia el desastre, solo reduciendo la natalidad lograremos evitar ese destino fatal.

 

Transcribimos la entrevista que el Diario ABC de España publicó en 2014, para que cada uno saque sus propias conclusiones:

 

Pensábamos que nuestra principal amenaza se llamaba crisis económica, pobreza, desigualdad, cambio climático, contaminación... Pero ahora llega usted y dice que el mayor peligro para nuestras vidas es la superpoblación.

 

Porque es la raíz de todo lo demás, lo que provoca los problemas ecológicos y económicos, pero también los conflictos sociales y políticos. ¿Sabe por qué Israel sigue construyendo asentamientos en los territorios ocupados? Porque sus suelos esconden los principales acuíferos de Oriente Próximo. Esa zona tiene una capacidad de carga de dos millones de personas, pero hoy viven en ella 12 millones y pronto serán 20. Y así es en todo el planeta. Vivimos rodeados de bombas demográficas, pero seguimos mirando hacia otro lado.

 

¿Qué bombas?

Piensen en la India, que en breve superará a China como país más poblado del mundo. Los agricultores indios se están suicidando porque no encuentran agua para regar sus campos, pero nadie habla de esto. Piensen en Pakistán, otra potencia nuclear, donde hoy viven 200 millones de personas en un espacio menor que el doble de España. A mediados del siglo serán 400 millones, pero nadie ha pensado en cómo alimentar a esa gente. ¿Imagina su futuro? A un joven sin trabajo ni comida es fácil convertirlo en terrorista. El panorama es preocupante y, si no lo remediamos, lo peor está por venir.

 

¿Cuál es su pronóstico?

¿Esta entrevista cuándo sale? ¿Sabía que el jueves próximo ya habrá un millón más de personas en el planeta? Y cuatro días después, otro millón. Y luego otro, y otro. Hoy somos 7200 millones de habitantes, una barbaridad. Pero a este ritmo seremos 11.000 millones a finales del siglo. Esto es una locura, es sencillamente insostenible. Ese es el verdadero problema del planeta, no la crisis financiera.

 

Precisamente en Europa, muy azotada por la crisis, hay mucha preocupación porque no nacen suficientes niños que paguen las pensiones del futuro.

 

Esa es una falacia que se ha instalado erróneamente en nuestra cultura. Lo caro no es la pensión de los ancianos, que suelen consumir poco, sino la educación y el mantenimiento de los niños. Hagan cuentas y lo comprobarán. A los economistas, sobre todo a los de cierta ideología, les encanta aterrorizarnos con los peligros del encogimiento de la economía y la reducción de la población, pero en realidad defienden un modelo muy particular de sociedad superpoblada.

 

¿Por qué?

Es pura economía política: en las comunidades con muchos habitantes, la mano de obra es muy barata, porque abunda. En cambio, en los países con menos gente, los salarios son más altos. Decidan ustedes qué modelo prefieren. ¿Saben por qué las familias europeas son hoy tan pequeñas?

 

Acláremelo.

El verdadero cambio de Europa durante el siglo XX fue la incorporación de la mujer al mercado laboral. Los llevó a ser una sociedad rica y avanzada. Además, redujo el tamaño de las familias. El mejor anticonceptivo es la educación de las mujeres. He recorrido todo el planeta para escribir este libro y les puedo asegurar que allí donde se pusieron en marcha políticas de control de la natalidad, siempre hubo economistas visionarios, no de los que ven solo lo que tienen delante.

 

¿Lo dice por China y su política de hijo único?

A nadie le gusta una norma que prohíbe tener más de un hijo, a mí tampoco. Pero hay que admitir que esa decisión evitó que hoy el país tenga que alimentar a 400 millones de individuos adicionales, que son los que habrían nacido si no se hubiera frenado la bomba demográfica. Hay otras fórmulas de imposición gubernamental para reducir el índice de natalidad en solo una generación. Mire el caso de Irán.

 

¿Qué ocurrió en ese país?

En los años 80, Jomeini pidió a las mujeres fértiles que tuvieran todos los hijos posibles para defender la revolución islámica y luchar contra Irak. En esos años, la tasa de natalidad creció como nunca se vio en el mundo. Terminada la guerra, no podían alimentar a tantos niños y Jomeini dictó una fatwa que autorizaba el uso de técnicas anticonceptivas, incluida la cirugía, que rápidamente se popularizaron en todo el país. En pocos años, los índices de natalidad bajaron hasta casi el nivel de reemplazo de población, que es de dos hijos por familia.

 

 

¿Manejar la demografía es tan sencillo?

Depende de la voluntad política. Tailandia se dirigía hacia un desastre demográfico, hasta que el Gobierno empezó a distribuir preservativos entre la población. Al principio hubo reticencias, pero hoy es el país del mundo que fabrica más condones, su natalidad está controlada y, curiosamente, es el Estado más rico del sudeste asiático. En México usaron las telenovelas para concienciar a las mujeres de que una familia con pocos hijos es mejor que la gran prole. Gracias a eso, han reducido su tasa hasta casi el nivel de reemplazo. Por lo tanto, es posible.

 

¿Cuánta gente cabe en el planeta?

Hay distintos cálculos, pero todos estiman entre 2000 y 3000 millones.

 

Somos 7200 millones, va a ser difícil llegar a esa cifra sin implementar políticas como la del hijo único en China.

 

Si todas las familias tuvieran uno o dos hijos como máximo, en un par de generaciones lo conseguiríamos. Debería ser una decisión voluntaria de los padres, no una imposición de los gobiernos. Sé que esto choca con muchas creencias de la gente, sin contar la religión. Venimos al mundo para hacer copias de nosotros mismos, reproducirnos es instintivo, pero si seguimos creciendo a este ritmo solo lograremos destruir la Tierra y la especie entera. La última vez que en el planeta hubo tanto CO2 como ahora, los mares medían 30 metros más de altura. ¿Queremos ir hacia allí?

 

En su libro sostiene que la tecnología, la ecología y el ahorro energético solo servirían para retrasar el desastre, no para evitarlo.

 

El problema es que somos adictos energéticos, y eso no se cambia de la noche a la mañana. Los paneles solares y las turbinas eólicas están bien, ayudan, pero hoy por hoy es imposible vivir solo con energías renovables. La clave es reducir el número de consumidores, no hay otra salida. Además, es sencillo, tenemos la tecnología, es barata, estamos hablando de condones. Poner anticonceptivos al alcance de todo el mundo costaría 8000 millones de dólares, menos de lo que Estados Unidos gastaba por mes en la Guerra de Irak. Los hitos históricos son de ese tipo, no los que la gente cree.

 

¿A qué se refiere?

Si le pregunto cuál fue el invento más importante del siglo XX, seguramente me dirá que internet, el automóvil, la bomba nuclear o algo parecido. En realidad el hallazgo más trascendental, uno de los mayores en la historia de la humanidad, fue el descubrimiento de los fertilizantes químicos. Sin ellos, el 40 por ciento de la población actual no existiría, porque no habría contado con alimentos suficientes.

 

Imaginemos que esta llamada suya no es escuchada. ¿Qué ocurrirá?

Ya le he dicho antes que a finales del siglo XXI seremos cerca de 11.000 millones de personas. Pero no creo que lleguemos ahí sin antes provocar un gran colapso en el planeta. La historia de la biología nos cuenta que cuando una especie amenaza un ecosistema, ocurre una gran crisis para regularlo. Ténganlo claro: si no reducimos la población humana, la naturaleza se encargará de hacerlo por nosotros, sin contar con nuestra opinión.

 

 

Fuente: Diario ABC de España, abril de 2014.

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