Cómo lograr la abundancia

 

 

 

En muchas ocasiones pensamos que ser prósperos es algo que parte del trabajo duro y el sacrificio, pero nada puede ser más falso. El camino que perseguimos para llegar a la abundancia tiene un sentido único y absoluto, que se fortalece a medida que nuestros pensamientos llenan de fuerza nuestra voluntad y nuestros deseos de actuar. Es una relación interesante de poder. El poder necesita del querer. Pero para poder realizar nuestros anhelos, es necesaria la perseverancia, la actitud y manejar nuestros pensamientos de tal manera que nos ayuden a cristalizar nuestros deseos.

 

La transformación del mundo y de nuestras vidas parte del contenido y de la importancia que otorgamos a nuestros pensamientos. Las ideas son esenciales. Debemos actuar con cautela frente a las palabras y el lenguaje.

 

Cambiemos nuestras ideas para bien y mejorará nuestra condición de vida.

 

 

Pero, ¿qué importancia pueden presentar las palabras? Una palabra posee un enorme contenido conceptual, un significado que sale de nosotros hacia el mundo. Debemos cuidar el modo de utilizar el lenguaje, pues mucho de lo que decimos suele convertirse en parte de nuestros pensamientos y se muestra, posteriormente como consecuencia en nuestro estado de ánimo.

 

La fuerza de las palabras debe tomarse como algo importante, pues son pozos de influencia para quienes las han pronunciado. Podemos entender de este modo que si enfocamos nuestras palabras y pensamientos en la limitación y la escasez, terminaremos padeciéndolas.

 

Al campo de la abundancia no se llega por medio de lamentos, sino a través de la celebración de nuestros éxitos y logros, aprendiendo a apreciarnos y a querernos. El aprecio personal es el primer paso en el camino hacia Dios. Este camino puede alcanzarse si nos enfocamos tanto en el contenido de nuestras ideas como en el poder que tienen sobre nosotros.

 

Muchos se preguntarán, ¿por qué aquellos que obran deshonestamente y que piensan en prosperidad pueden llegar a adquirirla? La verdad es que todo bien que conseguimos con malas actitudes no se disfrutará plenamente ni nos dará tranquilidad. Esta es una verdad comprobada, y nadie es exitoso por el dinero que tiene ni por su popularidad.

El éxito se alcanza cuando somos responsables de nosotros mismos y de los que tenemos a nuestro cargo, de ser honestos y respetados por ello, de ser leales y fieles a nuestros principios. Los bienes mal adquiridos se acaban y la alegría que nos producen se esfuma con rapidez.

 

Es necesario involucrarnos con la realidad divina, obrar en las reglas de la única ley que nos permite la alegría y el bienestar: La ley de la abundancia y la prosperidad. Aprendamos a pedir al universo y a Dios, aprendamos a entender que la abundancia puede llegar fácilmente. No es difícil atraer la abundancia ni el bienestar. Las soluciones del mundo son simples si aprendemos a observarlas y aplicarlas con sabiduría.

 

Atrapemos la abundancia, alcancemos nuestros deseos de prosperidad y conservémoslos cerca de nosotros. Alejemos cualquier temor o duda que pueda ser motivo de preocupación y que termine por quitarnos la riqueza. No perderemos nuestra abundancia siempre que entendamos que nos la merecemos. Cada persona es especial y, siempre que se actúe con honradez y justicia, lo que merecemos llegará por añadidura.

 

Debemos abandonar las dudas que nos dicen que la suerte puede terminarse, que todo es una ilusión bonita del momento. Vivamos el ahora, que es lo único que realmente poseemos. Aprendamos a disfrutar lo que tenemos, y así se multiplicará.

 

La razón porque nuestras preocupaciones adquieren importancia es algo que las personas entienden muy poco. Si alcanzan a acumular mucho dinero, entonces buscaran otras fuentes de preocupación, como por ejemplo su salud. Las personas deben abandonar las preocupaciones y aceptar que hoy es un buen día, que merecemos ser felices y que la vida y Dios nos han puesto aquí para gozar cada momento, cada minuto y cada segundo.

 

Si nos preocupamos por lo que podemos tener y no tener, nunca gozaremos de lo que tenemos en este momento. Pensemos en todo lo que deseamos y las fuerzas que nos motivan para hacerlo realidad, quizás sea por nuestra familia, por nosotros mismos o para realizar un bien a la comunidad, seamos honestos y personas de bien para contribuir a la llegada de un bien favorable y positivo.

 

Observemos nuestra realidad por un momento, y cambiemos mentalmente todo nuestro alrededor. Rellenemos los espacios con todo lo que deseamos tener, y pensemos que lo merecemos, seamos activos y dejemos de lado la ociosidad mental.

 

Tenemos que participar del inconsciente, influir en él por medio del pensamiento. ¿Cómo se alcanza este impulso por imaginar algo mejor? Esto empieza al entregarnos de lleno a nuestros sueños e ilusiones. Quien no piensa ni se preocupa por el dinero actual y aprende a imaginar por medio del superconsciente que el mundo le guarda grandes sorpresas de abundancia, es quien alcanzará el éxito. Pero seamos cuidadosos, aprendamos a gozarlo, esperemos con ilusión y vivamos en nuestra imaginación ese escenario próspero que, con el tiempo y la perseverancia, se convertirá en realidad.

 

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