DESPRENDERSE DE LOS FRUTOS

 

 

“Si el Señor no construye la casa, en vano se cansan los albañiles”

(Salmo 127, 1)

 

Es bueno entregarse al trabajo y tratar de disfrutar en medio de las tareas, pero a veces la ansiedad nos lleva a estar demasiado pendientes de los resultados del trabajo y queremos ver rápidamente los frutos de nuestro esfuerzo.

 

Estamos haciendo algo y estamos pensando en los aplausos o felicitaciones que vamos a merecer o el placer que sentiremos al ver nuestro resultado; pero así es como se nos escapa el placer de poder trabajar.

 

El sabio es capaz de orar en medio de su trabajo, puede vivir en la presencia del Señor mientras trabaja, sin la ansiedad de ver rápidamente los resultados del fruto de su trabajo.

 

Sobre todo de las cosas que hacemos por Dios, tenemos que desprendernos de sus frutos, Dios recogerá los frutos en su momento y para su gloria.

 

La vanidad nos lleva a estar ansiosos y pendientes de los frutos, pero el amor nos lleva a entregarnos al trabajo para cumplir una misión, desprendidos de nuestra gloria personal y dejando los resultado en las manos de Dios. Eso nos liberará de todo nerviosismo, prisa o impaciencia.

 

 

Oración

Señor, dame un corazón humilde, que no esté atado a las vanidades, reconocimientos o aplausos.

 

Dame un corazón simple, que sea capaz de darlo todo, pero dejándotelo en tu gloria y honor.

 

Dame la gracia para que pueda vivir desprendido de los frutos de mis esfuerzos, sin obsesionarme, esperando determinados resultados.

 

Dame ese desprendimiento, Señor, liberarme del orgullo, para que pueda trabajar intensamente sin ansiedades y nerviosismos.

 

Amén

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