El gran cambio

 

 

 

 

La diferencia fundamental entre quienes conviven a diario con la desesperanza, la tristeza y el dolor, y los que se sienten bien consigo mismos, está en el grado de aceptación que cada uno le otorga a sus propios pensamientos y emociones.

 

¿Alguna vez te has preguntado por qué le damos crédito a los pensamientos y sentimientos que nos dañan? La respuesta es sencilla: porque creemos ciegamente en ellos.

 

Para sentirnos bien con nosotros mismos, tenemos que cambiar aquellas emociones y pensamientos que nos incomodan, sean recuerdos del pasado, situaciones presentes o proyectos para el futuro.

 

Nadie podrá hacer esta tarea por ti ni decirte hasta dónde llegar. Vive tu vida de acuerdo al grado de bienestar que sientes. Si no estás conforme, cámbiala; si te sientes bien, continúa por ese camino.

 

El bienestar o malestar es producto directo de tu manera de pensar y sentir, y de la forma en que interpretas el mundo.

 

Toma la decisión de cambiar aquello que te preocupa y que te hace sentir mal. Pon en duda y cuestiona la manera como encaras tus problemas y las creencias que obstaculizan tus metas.

 

Si ampliamos nuestros límites mentales, podremos llegar a donde queramos. Si pensamos que no podemos hacerlo, no lo haremos; y si creemos que no podemos lograrlo, no lo lograremos.

 

El principal obstáculo casi siempre somos nosotros mismos, nuestra manera de pensar es la que determina el resultado.

 

Si cambiamos nuestra manera de pensar, habremos encontrado la manera de encaminarnos hacia nuestros objetivos. Somos libres de aquello que podemos crear y destruir al mismo tiempo; por eso, el pensamiento es la herramienta que nos da la libertad, es el medio por el cual podemos acomodarnos en un mundo que nosotros mismos hemos creado.

 

Celia Antonini

 

 

 

 

 

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