EL HOGAR DE LOS SUEÑOS

 

Consideremos el siguiente escenario:

Un joven norteamericano que, en el silencio que ocasiona el temor de compartir sus sueños, decide no comunicarle a su padre que asistirá a la Escuela de Cine de Nueva York. Una vez dentro, este joven se involucra en una vorágine de exámenes y demandas académicas que resultan de escaso beneficio para su desarrollo en el ámbito del arte. Pero, ¿en qué momento descubrió este universitario, durante su primer ciclo, que la universidad presentaba escollos en el desenvolvimiento de la libertad? ¿Cómo y cuándo perdió su entusiasmo?

 

Lo hizo durante una clase de redacción de guiones cinematográficos. El profesor de la asignatura encargó a sus alumnos la redacción de un libreto que no excediera las cinco páginas. Este joven, curioso y con sospechas del inminente fracaso de su educación, presentó cuatro páginas que copió de una obra del célebre dramaturgo norteamericano David Mamet. Las expectativas de este joven eran que el profesor del curso desconociera el argumento extraído de la pieza teatral de Mamet y eso fue exactamente lo que sucedió. El joven recibió a los tres días una nota apenas aprobatoria. Para este muchacho aquello significaba dos cuestiones: la primera, el profesor desconocía a uno de los principales libretistas contemporáneos, en un curso que prometía ilustrar los intrincados procedimientos de escritura; la segunda, si la universidad aprueba apenas el diálogo de alguien como David Mamet, entonces ello demuestra el escaso compromiso y conocimiento del centro educativo con aquello que asegura promover.

 

Este joven se llama Paul Thomas Anderson, director de películas ilustres como Hard Eight, Magnolia, There Will Be Blood, Inherent Vice, entre otras. PTA, como se le conoce, abandonó la escuela de cine y decidió instruirse personalmente en los procesos que significaban la realización de un largometraje. Para él, la información estaba afuera, en el mundo, en la red, y la universidad era simplemente una excusa para sentarse y aprender. En este punto existe un conflicto: el declive de la educación superior. Pero el de mayor interés para este artículo es el de un fracaso por seleccionar y preservar a las personas indicadas. Si Paul Thomas Anderson abandonó la universidad, es tanto producto de las fallas del sistema educativo, como de los escasos esfuerzos por parte de los educadores para motivar a sus alumnos y conservarlos.

 

¿Cuántas voces existen en el mundo que se han extinguido únicamente por una falta de medios para expresarse? Lo que muchas de estas voces creativas e independientes a las tradiciones colectivas de la sociedad necesitan es, sin mayores impedimentos del sistema educacional, un escenario propicio para desarrollar todo el conocimiento y sensibilidad que tienen, y que se desvanece paulatinamente por la falta de oportunidades.

 

PTA se encontraba en Estados Unidos, un país que ofrece mayores oportunidades que el Perú. Pero esto no es solo una cuestión de países, es un conflicto que involucra la ceguera del sistema educativo ante personas que pueden aportar un poco más. Estas personas son, por lo general, individuos aislados y solitarios que obran en los rincones sin expresarse, y que, con el tiempo, pierden el interés por el compromiso de aprender y abandonan el centro educativo. La universidad del presente no es un centro de creatividad, existe un fracaso por generar nuevas expectativas y, sobre todo, por cultivar el entusiasmo.

 

Esta forma de interés debe inculcarse no en la secundaria, pues para ese entonces muchos adolescentes ya se involucran en otras actividades de su elección que, sumadas al alboroto hormonal de la edad, desvían sus facultades de atención en materias que no son de su agrado. Para la secundaria, muchos ya poseen actividades de interés. Sin embargo, en la primaria, esto resulta más interesante. Los niños aún conservan una natural y sana curiosidad por aprender. Es en este proceso donde la educación debe incentivar una capacidad de desenvolvimiento creativo. No podemos permitirnos perder del sistema a más seres humanos que puedan canalizar con su imaginación enormes posibilidades para el desarrollo de un gran número de personas. Es por esto que existen organizaciones como “Un Hogar Cálido para Mejores Líderes”, que propugnan la búsqueda de un escenario donde estos jóvenes salten desde sus rincones a las luces, hablen y se comuniquen con el mundo que tanto los necesita.

 

De los resultados positivos de la gestión de esta organización existen muy buenos ejemplos como el de Pablo Esquivel, un joven que empezó a los 6 años y que debido a sus escasos recursos fue asistido por esta organización. Pablo logró ingresar tiempo después, gracias a su innato talento musical, a la prestigiosa Escuela Juilliard en Nueva York. Él es un joven con aspiraciones de pianista que posee las facultades para tornar, con su música, un día lúgubre en un día de armónica belleza. Todo esto lo necesitamos. Este muchacho planea crear una ONG que se enfoque particularmente en la música y en los niños con este talento.

 

La diferencia que puede generarse entre estos jóvenes que han sido asistidos por alguien y aquellos que abandonaron la educación es muy grande. Lo más importante es que estos muchachos conocen el cariño y la ilusión que significa tener a alguien a su lado que continuamente les manifieste palabras de aliento y los motive. Han experimentado, en suma, una situación en donde, por lo menos, una persona creyó en ellos. Alguien observó e identificó sus potenciales, y ello impulsó a fomentar a través del cariño y el entusiasmo un deseo por ser escuchado, por abandonar el rincón.

 

También existe una organización denominada Fundación ANIA (Asociación para la Niñez y su Ambiente) que fomenta la participación de niños en la preservación de jardines y otras actividades que buscan cuidar la vida y fortalecer los niveles de empatía de la juventud. Esta fundación tuvo su inicio en el Perú, y en la actualidad se ha expandido a países vecinos como Bolivia, Brasil y Chile.

 

Como estos ejemplos, es probable que existan muchos más, pero la sociedad necesita enfocarse en la existencia de estos, así como en la identificación del potencial de la juventud. Nuestra participación en estas cuestiones involucra fortalecer los ideales de una sociedad, de un sistema y, por encima de todo, de una persona. Terminamos este artículo con la frase del pintor Pablo Picasso, quien acaso no habría permitido la desaparición de los Paul Thomas Anderson del aula de estudio. Picasso dijo: “Todos los niños nacen artistas. El problema es cómo seguir siendo artistas al crecer”.

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