EL TECNOESTRÉS EN TIEMPOS DE PANDEMIA PUEDE AFECTAR LA SALUD

Hombre estresado

 

El “tecnoestrés” es un término que ya ha venido siendo usado desde hace algunas décadas tras el asentamiento de la era tecnológica que ha traído consigo avances monumentales en el ámbito de las tecnologías de la información y de la comunicación, y que ha sido usado para referirse a los efectos negativos que el manejo de estas tecnologías pueden generar en el aspecto psicosocial de las personas, debido a que muchas de ellas no se sienten lo suficientemente capacitadas para adaptarse a la velocidad en que estas tecnologías avanzan con las innovaciones constantes, lo que genera estrés y fatiga mental en los usuarios.

 

Tras la llegada de la pandemia mundial derivada del Covid-19 a finales del año 2019, gran parte de la sociedad tuvo que modificar muchas de las formas en que acostumbraba a relacionarse y desenvolverse en los distintos ámbitos de la vida, como el social, el laboral y el educativo, hacia una forma digital que permitiera el sano resguardo en sus hogares, para evitar la exposición al virus circulante en el ambiente; pero lamentablemente, contrario a lo que muchos pensaban, esa situación de resguardo se extendió en el tiempo, lo que ha hecho que el teletrabajo y la educación a distancia, parecieran haber llegado para quedarse por mucho tiempo, llevando a muchas personas a sentir trastornos mentales por esta saturación en las formas de comunicarse, que ahora ocupan la mayoría de los espacios del día, junto con el resto de dispositivos electrónicos que ya hace décadas llegaron para conformar una parte inseparable en la vida cotidiana de muchas personas, como los teléfonos inteligentes, las tabletas, las computadoras y las redes de internet.

 

Esta rápida adaptación al mundo digital para sobrellevar el azote de la pandemia, no le dio tiempo a ninguno de los grupos sociales, para una preparación progresiva que permitiera adecuar cada ámbito a esa modalidad de comunicación.

 

Muchos trabajadores han sufrido no solo el estrés del riesgo de perder sus trabajos, sino el estrés mental de readaptarse a desarrollar digitalmente muchas de las actividades que dominaban y que fueron aprendidas con tanto esfuerzo durante tantos años de experiencia.

 

Asimismo, muchos estudiantes tuvieron que sacrificar el contacto con sus escuelas y compañeros, para llevar una vida estudiantil en línea; y que si bien es cierto que se podría decir que son el sector de la sociedad que mayormente podría estar adaptado a los rápidos avances tecnológicos, no es menos cierto que son los que más contacto social requieren por la etapa de la vida en que se encuentran, en la que están iniciando su vida y requieren la interacción social para empatizar y desarrollarse como seres humanos.

 

De la misma manera, muchos padres han tenido que sacrificar horas laborables de sus días, para poder acompañar a sus hijos pequeños a iniciar su vida estudiantil en una modalidad digital, que conlleva la gran dificultad de tener que figurar como educadores de sus hijos, sin haber estudiado para ello, viviendo en muchos casos, tensión, discusiones y estrés desbordado por no saber manejar la situación, no saber de pedagogía ni saber manejar los medios tecnológicos adecuadamente o peor aún, no contar con los medios tecnológicos idóneos y de conexión.

 

Lamentablemente, muchas de esas tensiones provocadas por la veloz readaptación que cada quien ha tenido que hacer a cada una de las actividades que les corresponde, ha traído consigo un aumento del impacto negativo por el uso de esas tecnologías, provocando alteraciones del estado psicológico de las personas, como estrés, fatiga mental, ansiedad, depresión, etc.; y alteraciones sociales como el aislamiento y las dificultades para relacionarse normalmente con el entorno; y como consecuencia de todo ello, también se ha producido un impacto negativo en la salud física por el uso excesivo y continuado de tales herramientas, provocando así, problemas de diversa índole, como alteración del sueño, dolores musculares y de espalda, problemas visuales, sedentarismo y obesidad, entre muchos otros padecimientos.

 

Es necesario hacer una introspección individual para poder determinar si se está dentro de alguna de estas posiciones de estrés derivado de la tecnología incrementada a raíz de la pandemia, y poder así razonar y tomar consciencia de que no podemos caer en una especie de esclavitud cibernética a la que le otorguemos toda nuestra voluntad y emociones, hasta el punto de afectar nuestra salud.

 

Es necesario empoderarnos en tiempos de crisis, para poder superar las vicisitudes con el menor impacto negativo posible, ya que, de nada servirá querer hacer el mejor desempeño en adaptarnos a las circunstancias actuales, para luego  terminar con una salud física y mental deteriorada capaz de degenerar en enfermedades crónicas que después sean difíciles de superar.

 

Es fundamental que las empresas y escuelas desarrollen metodologías de acompañamiento para los protagonistas de la ejecución de las funciones, como por ejemplo la asistencia psicológica continuada, que les brinde confianza, seguridad, y apoyo en el desempeño, para poder reducir el impacto negativo desencadenante del tecnoestrés, y así, garantizar la salud psicosocial y física de los involucrados, que sin duda alguna es de absoluto interés para ambas partes.

 

Asimismo, cada individuo involucrado debe realizar un esfuerzo personal en regular el uso de las tecnologías para evitar incurrir en excesos que afecten su salud. Para ello, se pueden realizar diversos ajustes, como por ejemplo establecer horarios de conexión y de descanso, reducir el uso de los medios tecnológicos para el entretenimiento, dedicar tiempo para compartir con la familia sin permitir interrupciones de los dispositivos digitales, retomar el desempeño de actividades que no involucren la tecnología, como la práctica de actividades de arte, música, deporte, etc., y mantener un descanso nocturno óptimo que no permita interrupciones del sueño mediante notificaciones digitales, para lo cual es una buena opción apagar los dispositivos durante este esencial descanso.

 

Sin duda alguna, con organización y voluntad se pueden desempeñar algunos de estos importantes cambios en la forma en que se maneja la tecnología, para así poder reducir el impacto negativo que incide directamente en la salud tanto individual como del entorno más próximo, que es la familia.

 

Cuando la crisis pase, y la readaptación actual se convierta en la normalidad, debemos estar también óptimos tanto física como psicosocialmente, por lo que, no podemos desgastarnos ahora sin pensar en el futuro.

 

 

Fuentes de información:

redaccionmedica.com

 

 

28/12/2021

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