GANDHI Y LA COHERENCIA COMO CAMINO HACIA LA FELICIDAD

 

"La felicidad se da cuando... lo que uno piensa, lo que uno dice y lo que uno hace, están en armonía"

Mahatma Gandhi

 

 

Años interactuando con personas y ejerciendo la medicina me han permitido entender e interpretar algunas de las preguntas más importantes de la vida. Y, desde esta perspectiva, una de las claves para alcanzar la plenitud, la felicidad, y mantener o mejorar nuestra salud se encuentra, en primer lugar, en actuar de acuerdo con lo que uno piensa, dice y siente. Y enfatizo el sentir, la emoción (esa reacción espontánea, intrínseca, ese mensaje del alma que nos dicta que es lo bueno, y que lo malo) porque la mente es muy poderosa y nos puede engañar haciéndonos creer que sentimos algo que en realidad no sentimos. Me ha pasado, y más de una vez.

 

Cada detalle cuenta, y las pequeñas acciones diarias que hacemos terminan definiendo quiénes somos, cómo nos sentimos y que tan felices o sanos estaremos. Como dice el libro Preservación de la Salud de la Medicina Tradicional China (2007): "Cada uno de los pensamientos de una persona, cada acción y cada palabra, están todos relacionados a la preservación de la salud."

 

Lo que hacemos, decimos y pensamos marca la calidad de vida y salud que tendremos. La incongruencia puede resultar incluso "benéfica" al inicio, durante un tiempo, pero a largo plazo solo tiene un impacto negativo. Esa incongruencia es lo que hace que luego de pasados unos años cuestionemos lo que hemos hecho, y si realmente valió la pena el esfuerzo, el sacrificio o el sufrimiento que generamos a otros o en nosotros mismos. El hacer, decir o pensar de un modo determinado, simplemente porque es lo que se espera de nosotros, lo que la sociedad aprueba, lo más conveniente, lo más eficiente, o lo más fácil, a pesar de ser diferente de lo que en realidad sentimos, no solo nos hace débiles frente a las adversidades, sino también genera un conflicto interno que, de no ser expuesto y resuelto en su momento, puede desencadenar enfermedades, el sentimiento de insatisfacción, o la sensación de vacío en nuestras vidas. Es lo que muchas veces genera las crisis de la mediana edad, porque si hiciste las cosas en tu vida con congruencia a pesar de fracasar en el intento, probablemente no habría tal crisis. Nos saboteamos a costa de vernos bien frente a los demás, lo que asegura que no alcancemos la felicidad, la salud, el bienestar.

 

Por tanto, no debemos cambiar nuestros valores y prioridades en la vida basándonos en las opiniones de otros, sino en lo que nosotros sentimos que es lo correcto. Nuestros valores y prioridades cambian en el tiempo, pero depende de nosotros si cambian en sintonía con lo que en verdad creemos correcto o no. Cuando tenemos congruencia, tenemos una base sólida en la que apoyarnos para lograr nuestros objetivos y crecer como personas, conocer nuestros valores y prioridades en la vida nos ayuda a alcanzar lo que deseamos, pero sobre todo logramos nuestros objetivos de un modo que nos hace bien. El fin muchas veces no justifica los medios. Cuando hacemos las cosas con coherencia no solo alcanzamos la felicidad, sino también, el verdadero éxito.

 

La felicidad parte de una decisión personal, más no depende enteramente de ella, decidir ser feliz no basta, uno debe actuar en concordancia con lo que siente, debemos obtener las herramientas y alcanzar las condiciones mínimas necesarias para ser felices. Toda persona, sin importar sus condiciones de vida, puede ser feliz, pero no todos somos iguales, y bajo ciertas circunstancias es mucho más fácil alcanzar ese sentimiento de plenitud. Un primer paso para ello es alcanzar congruencia.

 

Como médico veo incongruencias frecuentemente: en los pacientes que recriminan a sus parejas todas las cosas “malas” que hacen, cuando ellos actúan de un modo muy similar; en mis colegas que saben los beneficios de los hábitos saludables, sin embargo, a pesar de recomendarlos a sus pacientes, no los aplican en su vida diaria; en mí mismo, las veces que he cedido a la presión social. Para ejemplificarlo, es como un médico obeso, fumador, que les dice a sus pacientes que dejen de fumar, que coman sano; me recuerda la vez que fui a una peluquería con mi madre y al ver el corte de pelo de la estilista mi madre ya no quiso cortarse el cabello allí, diciendo: "si no puede ni tener un buen corte ella, ¿cómo puedo esperar que me corte bien el pelo…?" Tiene sentido. El impacto de lo que decimos a otros depende en gran medida de qué tanta coherencia tenemos en nuestras vidas. Esta es la razón por la que decidí hacerme vegetariano, hacer lo que uno predica, alcanzar algo de coherencia.

 

 

Entonces, ¿qué hacer al respecto?

Una forma de sacar a luz nuestras incongruencias es tratando de escribir en una hoja de papel las incongruencias que vemos en nuestra vida, incluso podríamos preguntar a nuestros seres queridos o amigos más cercanos que incongruencias nos podrían señalar sobre nosotros. Es laborioso trabajoso y también un proceso doloroso, pero es necesario para llevar nuestra vida a otro nivel, más sano, más feliz. Una vez hallada una incongruencia es necesario reconocerla, analizarla y valorarla, preguntarnos: ¿por qué la tenemos? y, ¿qué podemos hacer para minimizarla o desaparecerla? Recordemos que el primer paso para resolver un problema es: reconocer la existencia de dicho problema.

 

Cuando tenemos coherencia en nuestras vidas, probablemente los infortunios lleguen a nosotros de todos modos y nos causen dolor o tristeza, pero podremos lidiar con ellos de una manera mucho mejor y tendremos la posibilidad de alcanzar la verdadera felicidad.

 

Como dijo Gandhi alguna vez: "Siempre busca una armonía completa de pensamiento, palabra y acción, siempre apunta a purificar tus pensamientos y todo estará bien."

 

 

 

Dr. William Flores

CMP 61628

Médico Cirujano, Acupunturista, experto en Nutrición

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