INTELIGENCIA EMOCIONAL

 

 

Al leer u oír la palabra inteligencia, nos viene a la mente la concepción tradicional de la misma, es decir, la referida a la “capacidad intelectual”. Si nos remitimos a este significado clásico, encontraremos las siguientes definiciones:

 

* Capacidad de saber elegir.

 

* Capacidad para entender, elaborar y asimilar información para solucionar problemas.

 

* Capacidad de adaptación a las circunstancias y retos.

 

Tal como se puede observar, esta idea va relacionada al manejo de posibilidades y la utilización del razonamiento. Hubo un periodo en el cual, los psicólogos se interesaron ampliamente por poder realizar una medición de esta capacidad, así apareció un término muy conocido: coeficiente intelectual.

 

Este esfuerzo tuvo mucha gente a favor, sin embargo, no tardaron en aparecer detractores; ellos argumentaban que no era posible medir este atributo con precisión, otros dijeron que la manera de definirla era inapropiada.

 

Es así que Howard Gardner, en 1983 propone la teoría de las inteligencias múltiples. Lo que se plantea es que la inteligencia no es un concepto unitario, sino que se compone de varios tipos, los cuales son unitarios y semi-independientes. Las inteligencias que se propusieron fueron: Lingüística, musical, lógico-matemática, espacial, corporal-kinestésica, intrapersonal, interpersonal, y naturalista.

 

La inteligencia interpersonal y la intrapersonal son conceptos precursores del título del presente artículo. Estas hacen especial hincapié en la comprensión de motivaciones, deseos e intenciones de otros, así como los sentimientos, temores y motivaciones de uno mismo, respectivamente. Es así como se empieza a poner énfasis en la diferenciación de capacidades netamente cognitivas y otras de un matiz más emocional.

 

 

Nace un nuevo concepto: Inteligencia Emocional

Si bien, en años anteriores el concepto ya se había ido estudiando, fue recién en 1995 cuando Daniel Goleman publicó un libro llamado “Inteligencia Emocional”, es ahí cuando el término se populariza y despierta mayor interés dentro del campo de la psicología y en la sociedad en general.

 

 

Para este autor, dicho tipo de inteligencia consiste básicamente en:

1. Conocer las propias emociones: Tomar conciencia del propio mundo emocional, reconocer un sentimiento en el momento que ocurre. De no poder realizar lo mencionado, uno se puede sentir invadido por una emoción descontrolada.

 

2. Manejar las emociones: Tiene estrecha relación con el primero. Una vez que me he dado cuenta de lo que estoy sintiendo, poder expresarlo resultará más sencillo, asimismo, tendré mayor capacidad de controlarlo. Esto es especialmente útil cuando se trata de emociones como la ira, furia o frustración.

 

3. Motivarse a sí mismo: Las emociones tienen el poder de impulsar alguna acción, por lo cual la emoción y motivación se encuentran muy ligados. Si podemos encaminarlas juntas, se facilitará el logro de objetivos, la concentración y la creatividad. Además, el poder controlar las emociones nos ayuda a postergar las gratificaciones inmediatas, esto es importante cuando se persigue una meta a largo plazo.

 

4. Reconocer las emociones de los demás: La base de la empatía es el reconocimiento del propio mundo emocional. Una persona empática tendrá mayor facilidad en captar las señales que indican lo que las demás personas necesitan o desean, siendo esta una herramienta muy potente a la hora de interrelacionarse.

 

5. Establecer relaciones: Si uno puede establecer buenas relaciones, significa que puede manejar de manera adecuada las emociones de los demás; así se logrará interactuar de manera

efectiva. Esta habilidad es básica si es que se está en una posición de liderazgo.

 

En pocas palabras, podría decirse entonces que la inteligencia emocional es la capacidad para reconocer nuestros sentimientos, así como los sentimientos de los demás, incluyendo también el conocimiento para manejarlos.

 

 

¿Para qué es útil la Inteligencia Emocional?

Ya se adelantó algo con respecto a la utilidad de esta capacidad, pero vamos a profundizar un poco más sobre los beneficios pude brindarnos el conocimiento de nuestras emociones y la de los demás.

 

Imaginemos una persona que no puede reconocer las emociones que va sintiendo, lo más probable es que se deje “inundar” por las mismas y tenga comportamientos de los cuales puede arrepentirse más adelante. Esto es especialmente riesgoso cuando hablamos de ira, frustración, furia, etc., ya que todas ellas pueden llevar a un comportamiento agresivo.

 

Es evidente que dejarse llevar de esta manera puede conducir a un serio deterioro en las interacciones sociales. Ni qué decir de las relaciones de pareja, muchas veces éstas terminan o van resultando poco sanas debido a la falta de, primero, conocimiento de las emociones y, luego, autocontrol. Se deduce entonces que un primer beneficio de tener desarrollado este tipo de inteligencia es el relacionarse de manera eficiente y saludable con las personas que nos rodean.

 

Como se adelantó previamente, esta capacidad es muy útil en el ámbito laboral. Si se asume una posición de liderazgo, es de suma importancia que el líder sepa reconocer las necesidades e intereses de las personas que va a dirigir. Esto hará que su llegada a ellos sea más eficiente y aceptada por los mismos. Asimismo, cualquier tipo de actividad en equipo podrá verse potenciado si las personas han desarrollado esta capacidad.

 

Por último, cuando tenemos un manejo emocional más eficiente, sabremos tomar decisiones más acertadas y mejor elaboradas. Esto va a permitir que nos arrepintamos menos en el futuro y que, de alguna manera, se asegure un desarrollo personal más equilibrado.

 

La importancia del mundo emocional

 

El haber volteado la mirada hacia el mundo emocional para la investigación significó un giro importante. Muchas veces se comete el grave error de pensar que la experiencia humana está regida por la parte cognitiva; nada más alejado de la realidad.

 

El proceso experiencial de las personas es mucho más complejo y posee diversas “partes”, es decir, cuando yo vivencio algo, vienen en conjunto, pensamientos, emociones, deseos, motivaciones, etc.

 

Tomar en cuenta que los seres humanos tenemos y podemos mejorar en la capacidad de controlar las emociones, significa un gran salto cualitativo en la comprensión de las experiencia en el aquí y ahora, así se logrará una exploración más eficiente y realista para lograr un crecimiento personal.

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