INTERNET, UNA NUEVA FORMA DE LECTURA

 

 

 

Esto debería resultar alentador para muchos. Sin embargo, ¿por qué aparecen cada vez más opiniones contrarias al respecto?

 

En los últimos años, escritores como Mario Vargas Llosa, Philip Roth, Don Delillo y Alice Munro se han pronunciado respecto de las cifras y resultados que tantas empresas y autoridades públicas destacan con orgullo.

 

Para estos escritores, es cierto que se lee más. En la época virtual la información se ha democratizado y una gran cantidad de obras literarias, investigaciones, publicaciones teóricas sociales o económicas, entre otras, se encuentran accesibles para la mayoría de la población.

 

Si bien es importante el hecho de que estén ahí, una circunstancia desafortunada es que incluso ante el acceso irrestricto, gran parte de las nuevas generaciones desconocen autores y obras que eran comunes y sustanciales en el pasado reciente.

 

Se lee, en efecto, pero: ¿qué se lee en realidad?

 

Con las nuevas redes sociales se escribe diariamente más que antes. Se redactan comentarios, conversaciones enteras y se publican sentimientos u opiniones.

 

Se escribe más, es cierto, pero: ¿bajo qué criterio gramatical? ¿Se escriben opiniones fundadas en lecturas? ¿Se crean nuevas obras de arte?

 

Bien de Salud les presenta a continuación una mirada a esta problemática que, por un lado, parece ser una mera trivialidad. En realidad es el indicador de una consecuencia cultural grave que puede conducir a la desaparición del libro como objeto físico.

 

Entendamos primero…

 

 

¿Qué es escribir?

Es un intrincado proceso de representación de sentimientos, experiencias y verdades mediante un lenguaje basado en signos y símbolos que responden a un orden.

 

Algunos han considerado que la escritura es en realidad una forma de aproximarse al caos. Después de todo, el proceso de escritura de cualquier tipo de composición literaria, refleja el inicio de un desorden creativo que irá adquiriendo forma.

 

Sin embargo, la etapa de organización de ideas y perspectivas permanece bastante ignorada, en favor de lo novedoso e inesperado. Escribir es, por el contrario, hallar orden en el caos. Es organizar ideas de modo que su presentación misma aporte sentido.

 

 

 

¿Hay un orden o centro de reglas en el lenguaje de las redes sociales?

La respuesta inmediata es no. Si bien Facebook, por ejemplo, ofrece en su chat la opción de corregir faltas gramaticales, la necesidad de hacerlo para la mayoría es irrelevante.

 

El pensamiento general es que, como se encuentran en una red social de comunicación común, las faltas ortográficas y gramaticales no son de importancia.

 

De este modo, muchos autores se encuentran en lo cierto cuando reclaman la falta de cuidado con el lenguaje. Sin embargo, que las personas descuiden la gramática en un sitio virtual no quiere decir que redacten de forma pobre en todas las ocasiones que deban hacerlo.

 

Lo que sí evidencia es un desinterés y falta de respeto por las reglas que, con el tiempo, se manifestará en otras áreas de la vida cotidiana. Hoy descuido esto, mañana aquello.

 

Es un ejemplo sencillo y diminuto de por qué las actividades diarias se desordenan y muchas personas jóvenes y adultas parecen deprimidas, sin nada que hacer. La respuesta podría ser: la falta de un centro específico.

 

 

 

¿Qué sucede con la lectura?

Varios sitios en la web emiten opiniones respecto a diversos temas. Hay publicaciones periodísticas que presentan sus noticias únicamente de manera virtual.

 

De alguna manera, son el epítome de una realidad que ha pasado del espacio físico al mundo informático. Ahora residimos en Internet, vamos a la escuela en sus páginas, nos divertimos en sus comentarios y publicaciones graciosas. Conocemos más de las personas y sus trayectorias en las redes sociales.

 

La lectura en este caso se ve perjudicada inicialmente por la falta de editores o correctores de estilo. Como el ámbito virtual es inmediato y los acontecimientos del mundo no esperan a que un redactor se encuentre preparado, los medios deben responder a la volatilidad y el ritmo imprevisible con que el mundo se desenvuelve.

 

Por ello, la corrección lingüística es necesaria y debe ser también inmediata. Sí se lee, pero la mayoría de los textos presentan faltas gramaticales y fueron redactados sin cuidado.

 

Muchos de ellos no ofrecen la lucidez cultural y desafiante de autores e investigadores pasados. Es poco probable encontrar un redactor que ofrezca nociones rigurosamente concebidas como Dostoievski, Joyce o Tolstoi. O por lo mismo Wittgenstein, Kant o Taylor.

 

Esto se debe, en parte, a que estos individuos han desarrollado sus obras en el tiempo y con la paciencia necesaria para formar una opinión. Se han preocupado por todo lo que el texto puede significar, han tratado ese hecho con responsabilidad y respeto, y han consagrado sus esfuerzos a formular posturas coherentes que verdaderamente propongan ideas nuevas.

 

 

 

 

La rapidez le gana a las páginas

En la actualidad, libros enteros pueden leerse desde dispositivos electrónicos y medios virtuales. ¿Qué significa todo esto?

 

Aún están por determinarse en su totalidad los perjuicios que la lectura prolongada de una pantalla puede provocar. Lo cierto es que el libro acompaña al ser humano desde la invención de la imprenta.

 

El libro en su aspecto físico es importante. Como menciona Vargas Llosa, por la necesidad del tacto, el sentimiento que provoca pasar las páginas y tocar el papel.

 

Pero esto supone algo más importante aún. Cuando tocamos el libro, si bien estamos dirigidos por los caminos de una ficción que presenta la historia, podemos sentir que estamos en el mundo físico.

 

El libro con sus cubiertas nos recuerda que estamos disfrutando de una historia porque, a su vez, hay un mundo exterior que hizo posible que así sea.

 

El libro físico nos recuerda que se puede soñar, siempre y cuando se tengan los pies sobre la tierra.

 

Si desapareciera el mundo, tendríamos que reevaluar en algún momento si acaso sea viable alimentarse por el medio virtual.

 

Las redes sociales, Internet y el universo informático existen como herramientas útiles para el lugar donde vivimos, no como territorio que necesitamos conquistar.

Compártelo