LA COMPASIÓN COMO VIRTUD

 

 

 

La compasión es la facultad de todo ser humano de sentirse cerca del otro, entenderlo y aliviar su dolor. Es el deseo profundo de liberar el sufrimiento que ata a las personas en su desarrollo y evolución.

 

Según el Dalai Lama, la compasión nos acerca a la iluminación y nos inicia en las acciones virtuosas que conducen al estado del Buda. Para lograrla, como primera acción debemos practicar la empatía, es decir, la capacidad de ponernos en el lugar de la otra persona. Cuanto más cerca estamos de alguien, más insoportable nos resultará verlo sufrir.

 

David Mc Clelland, psicólogo de la Universidad de Harvard, mostró a un grupo de estudiantes una película sobre la Madre Teresa y su labor con los enfermos y los pobres de Calcuta. Los estudiantes confirmaron que la película había estimulado sus sentimientos de compasión. Más adelante se analizó la saliva de los estudiantes y se descubrió un incremento en el nivel de inmunoglobulina A, anticuerpo que ayuda a combatir las infecciones respiratorias.

 

El Dr. James House del Centro de Investigación de la Universidad de Michigan, comprobó que realizar labores de voluntariado con regularidad e interactuar con los demás en términos de benevolencia y compasión aumenta espectacularmente las expectativas de vida y la vitalidad en general. Además, contribuye a mantener la buena salud emocional porque ayudar a los demás induce la sensación de felicidad y serenidad.

 

En un estudio realizado a lo largo de treinta años con un grupo de graduados de la Universidad de Harvard, el investigador George Vaillant llegó a la conclusión de que un estilo de vida altruista es un componente básico de la buena salud mental.

 

Así como la compasión es el deseo de que todos los seres vivan libres de sufrimiento, el amor y la bondad es el deseo de que todos disfruten la felicidad.

 

La compasión no debe quedarse en la empatía, sino ir más allá y procurar encontrar la fórmula que alivie el sentimiento que consume a la otra persona.

 

La compasión debe ser la raíz emocional del cuidado de los demás. Nos permite ser comprensivos y tolerantes ante distintas creencias y puntos de vista, nos hace conscientes del sufrimiento de los demás y nos permite simpatizar con ellos, sentir su sufrimiento como si fuera propio.

 

Los bebés suelen llorar cuando otros lloran y reírse cuando otros se ríen.

 

A los tres años de edad, muchos niños hacen el gesto de abrazar y consolar a otros niños cuando parecen estar molestos o tristes. A medida que crecen, la compasión puede guiar sus acciones y comportamientos en formas positivas. Ellos comprenden que al hacer algo malo, causan dolor y sufrimiento.

 

Hay que fomentar y hacer crecer esos valores en los niños haciéndolos reflexionar sobre lo que los demás sienten.

 

Los niños son los mejores ejemplos de la compasión en acción, pues suelen practicar actos de bondad y cuidado hacia otros sin esperar retribución por ello. Un ejemplo a admirar e imitar de esos pequeños grandes maestros.

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