LA SABIDURÍA DE LOS NIÑOS

 

 

Con frecuencia hemos escuchado aquella frase del pintor español Pablo Picasso en la que menciona que absolutamente todos los niños y niñas nacen artistas.

 

¿Cuál es el problema? De acuerdo a Picasso, ninguno. El verdadero problema, dice él, es cómo continuar siendo niño o niña una vez que se empieza a crecer. En pocas palabras, es complicado conservar el sentimiento de la infancia a través de los años.

 

Pero, ¿qué significa exactamente ser un niño o niña? Lo cierto es que todas las personas tienen una idea personal sobre este tema. El mundo, después de todo, se experimenta subjetivamente. Quizá podamos decir, a modo de conjetura, que ser un niño o niña significa ser más inocente y, por qué no también, más ignorante.

 

¿Qué puede haber de provechoso? ¿Es la vida mejor y más sencilla si se es más inocente y más ignorante?

Para intentar responder estas preguntas, repasemos en este artículo qué pudo significar ese tiempo atrás de la infancia para muchos.

 

 

 

LA INFANCIA

 

Inocencia

Sin duda todos recordamos un poco de esa época donde el mundo no parecía tan difícil ni mucho menos tan confuso. La distinción entre el bien y el mal no era muy complicada de distinguir cuando éramos niños o niñas.

 

De alguna manera, nuestra inocencia era una de nuestras mayores fortalezas y también de nuestros peores errores. Sucede que en la infancia el mundo es reciente y fresco ante nuestros ojos. Aún no hemos desarrollado aquella capacidad de desarrollar juicio crítico. Y, si lo pensamos con cuidado, es esta habilidad la que nos ha llevado también hacia los malos hábitos del prejuicio y de etiquetar a las demás personas.

 

Los niños y niñas no son inocentes necesariamente porque sean inmaduros. Por el contrario, sus percepciones del mundo son tan simples que a veces pueden resultar sabias e inspiradoras. En realidad el mundo es tan confuso como le permitamos serlo.

 

Si entendemos que experimentamos todo desde nuestro punto de vista, entonces podemos aprender de la simpleza y la inocencia de asombrarnos, reírnos y ser felices. No tengamos vergüenza de decir que somos felices y de sonreír.

 

 

Justicia

Si el mundo es menos complicado durante la infancia, entonces el sentido de lo que está bien y lo que no, es más fácil. Ciertamente, un estudio realizado por Universidad de Houston en Estados Unidos comprobó hace dos años que los niños y las niñas tienen una fuerte capacidad para distinguir entre la justicia y la injusticia.

 

Si bien el Instituto Bien de Salud no ha realizado un experimento sobre este tema, podemos conjeturar que esta capacidad se debe a que los niños y niñas son versiones enteras de sí mismos.

 

¿Qué significa versiones enteras de sí mismos? Significa que los niños y niñas aún no entienden las complejidades del mundo y perciben las acciones y los eventos con el instinto. No se trata de una formación científica, espiritual o jurídica. Muchas veces ser joven es actuar con instinto y confiar en que sabemos lo que está bien.

 

 

Identidad

Muchos artistas, entre ellos Mozart y el compositor Robert Schumann, creían que cada niño y niña del planeta ya sabían aquello en lo que se querían convertir de mayores.

 

Esta idea es interesante pues plantea que todos nacemos conociendo nuestra verdadera vocación. ¿Por qué dudamos entonces durante nuestra propia vida sobre lo que queremos hacer con ella? Por lo mismo que menciona Picasso, el problema es cómo volver a esa inocencia, esa confianza y esa identidad que teníamos tiempo atrás cuando el mundo era más simple.

 

Hace poco, uno de los artistas cinematográficos más celebrado del presente, Lawrence Kasdan, recordó al público británico aquello que mencionó años atrás durante un discurso de graduación en la Universidad de Michigan. Kasdan mencionó una frase importante: el mundo es un lugar lleno de ruido.

 

 

Los ruidos de la adultez

¿Alguna vez se han preguntado por qué consideramos tantas opciones antes de decidirnos por una sola? ¿Por qué damos tantas vueltas a lo mismo cuando en el fondo conocemos nuestros deseos?

 

La respuesta puede encontrarse enterrada en la idea de Kasdan sobre un mundo ruidoso. Si reflexionamos por un momento, nos podemos dar cuenta de que el hecho de sentirnos tan inseguros a medida que nos hacemos mayores se debe a que tenemos demasiadas voces en nuestra cabeza.

 

Nuestros padres nos dan recomendaciones; nuestros hermanos nos ofrecen ideas; nuestros profesores nos escuchan y dan opiniones. Finalmente, las voces dentro de nuestra cabeza nos abruman de opciones y perdemos de vista la única opción válida: la correcta.

 

Es un pensamiento alentador y la vez irónico creer que las respuestas las tuvimos siempre de pequeños y que toda nuestra vida es un largo camino que intenta volver al punto de partida. De cierta forma la vida funciona así, es un círculo en el que queremos encontrar aquello que nos llena, nos satisface y nos llena de amor.

 

 

Nuestro tiempo aquí es limitado

El tiempo de todo ser humano en la Tierra es limitado. Este es un hecho que olvidamos con frecuencia. Si nuestra vida en círculos terminará eventualmente, lo mejor que podemos hacer es devolvernos la alegría de reír, de permitirnos asombrarnos, de experimentar amor y de descubrir de nuevo la simpleza de cuando éramos pequeños, cuando el único problema del día era qué juego jugar diez minutos después. Hay sabiduría en todo esto y, también por supuesto, tranquilidad.

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