LAS 4 ESTACIONES DE LA VIDA

 

“En las profundidades del invierno aprendí por fin que dentro de mí hay un verano invencible”

Albert Camus

 

Cada etapa de la vida es como una de las estaciones del año; y en cada una de ellas siempre aprendemos algo. La primavera, por ejemplo, nos recuerda nuestra primera infancia y el entusiasmo que hay que tener en la vida. Es una época en la que todo florece, un momento para renacer, para jugar y divertirnos, para prepararnos a recibir más, ser creativos y optimistas. El verano, nos trae a la mente nuestra juventud, rebosantes de vida, con mucha energía para iniciar cualquier tipo de labor. El sol, en esta estación nos impregna de alegría para iniciar nuestras actividades diarias. El otoño, nos recuerda la madurez, la experiencia ganada hasta el momento. En esta estación, la naturaleza empieza a seleccionar lo mejor de todo, ahorrando tiempo y energía para salir adelante. El invierno, es el final de una nueva etapa de la naturaleza. De ella debemos aprender que todo brota del interior, de lo más profundo de nosotros, de nuestras raíces, que nos nutre y al final siempre nos sostiene.

 

Por ello, aprendemos en todas las etapas de la vida. Somos nuestros propios maestros y discípulos. Sin embargo, aunque quisiéramos, no podemos ser arrogantes ni autosuficientes, en ninguna estación o etapa de nuestra vida. Hay que reconocer con humildad que en esta existencia nunca dejaremos de ser novatos, y como tales, hallaremos gozo al sorprendernos y al vibrar de emoción ante las maravillas que nos develan la realidad y la naturaleza, y por ende el Creador, incluso en las cosas que parecen ser las más simples o nimias. Siendo nuestra condición la de un novato o aprendiz que siempre necesitará de un guía, de alguien que con el tiempo adquirió mayor experiencia, una experiencia que analizó, sistematizó y asimiló, y que ahora puede y debe compartir. En el transcurrir de nuestra vida no tendremos un guía solamente, sino muchos. Ellos serán nuestros maestros.

 

Nuestros padres son nuestros primeros maestros, y los maestros de la escuela nuestros segundos padres; ellos nos orientan y enseñan. La primera regla siempre es el orden; la disciplina nos pule; por ello, debemos ir perfeccionando cada día todo lo aprendido. Todo lo que nos rodea siempre nos enseñará algo, nos dará un mensaje. "Bien de Salud" ha creído conveniente seguir alimentándose de la experiencia de una de las etapas más brillantes de nuestra existencia, y por este motivo nos reunimos todos los primeros viernes de cada mes con grandes sabios, los adultos mayores (cuarta estación de la vida, el invierno), para recibir de ellos sus experiencias y gran sabiduría.

 

Todos tenemos vivencias y experiencias que contar para guiar. Si seguimos aprendiendo, nunca perderemos la humildad, pues muchas veces la soberbia aparece cuando uno se olvida de escuchar, tanto a sí mismo como a los demás. Si queremos aprender a escuchar a alguien debemos dejar de hablar y, si queremos escuchar a Dios, tenemos que entrar en su silencio y dejar de pensar. Dejar de pensar es un acto maravilloso; por eso, todos tenemos que aprender a meditar.

 

Recordemos que nada le pertenece a nadie, todo pertenece a Dios. Si queremos sentirlo, tenemos que saludarlo todos los días en nuestro corazón y, junto a Él, saludar a toda su creación, porque ahí está la salud divina, pues toda sanación profunda tiene que brotar del interior, de la conciencia y de lo más profundo del alma. Por ello, nuestra intención es que este Portal sea un seminario permanente que brinde amor y sabiduría.

 

Como dice el canto cósmico del universo, el Bredam, solo si expresamos amor, llega el amor; si abrazamos el perdón, este nos sana; si vibramos en la luz, esta nos ilumina. Solo si practicamos la paz, la paciencia se multiplica. Solo si practicamos, aprendemos.

 

Gracias a todos ustedes por dejar que compartamos nuestras experiencias y por ser receptores de todo este amor que también lo sentimos a través de su preferencia.

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