LOS NIÑOS PRODIGIO ¿REALIDAD O FICCIÓN?

 

 

El título de este artículo nos lleva a la siguiente pregunta: ¿la genialidad es una cualidad que se adquiere de nacimiento, o es algo que se desarrolla a través del tiempo? En términos más simples: los genios, ¿nacen o se hacen?

 

 

La inteligencia

Ante todo, es importante entender realmente cómo funciona y se desarrolla la inteligencia.

 

Imaginemos lo siguiente: la inteligencia es un pastel de fresas que mamá nos dice que es nuestro. Nos podemos comer todo el pastel. Pero mamá coloca el pastel en la parte de arriba de un armario, lejos de nuestro alcance.

 

Aquí es cuando viene la inteligencia, que es, naturalmente, una mezcla de ingenio, imaginación y destreza. Nos preguntamos, con curiosidad, ¿cómo podemos acceder a la altura del armario donde se encuentra el pastel? ¿Con una silla? ¿Poniéndonos sobre la punta de los pies y estirando los brazos? Las consideraciones son varias y las respuestas son muchas.

 

Pero en este punto viene lo más sustancial – las respuestas traen consigo grandes dudas. ¿Podré alcanzar el pastel con la silla? ¿Y si me tropiezo? ¿Y si no llego porque no soy lo suficientemente alto? Estas consideraciones pertenecen al ámbito de la inseguridad, y esta última es la principal enemiga de la inteligencia.

 

Una persona inteligente con capacidades prodigiosas no podrá desarrollar su inteligencia ni desenvolverse en un nivel por encima de lo ordinario si no cuenta con un grado estable de confianza.

 

 

Los prodigios y la exclusión social

Con frecuencia, muchos niños que nacen con habilidades prematuras se enfrentan a dificultades sociales severas.

 

El autismo es una de estas dificultades. Es innegable que capacidades prístinas acarrean consigo desafíos para comunicarse con las demás personas – aquellos que, desde pequeños, almacenan más conocimiento del que tienen capacidad para expresar (mayormente por falta de madurez), tienden a mostrar deficiencias para adaptarse socialmente - . A esto se le suma un creciente sentimiento de arrogancia, una necesidad de ser el centro de atención, y a veces una severa falta de criterio, etc.

 

Estos últimos factores, indudablemente, contribuyen a que los niños prodigios no puedan desenvolverse en situaciones sociales. Y, por ello, el desarrollo de sus inteligencias se ve drásticamente afectado por la inseguridad, el enojo y la perturbación que provoca la exclusión social. En pocas palabras, la falta de autoestima y confianza termina por suprimir el nivel que sus habilidades habrían alcanzado.

 

 

Las habilidades no son tan prematuras

Muchos padres y personas mayores tienden a exaltar las facultades de un niño con habilidades especiales llegando a sobrepasar los niveles razonables de elogios.

 

Se sabe muy bien que las habilidades tempranas sobresalientes son escasas (cálculo, capacidad para dividir y multiplicar números grandes, imaginación y escritura).

 

La realidad, como se puede observar, es mucho más frívola y menos fantástica: pocas personas que han alcanzado capacidades prodigiosas han podido realizar algún experimento, publicar una obra, componer una pieza musical, etc., sin la ayuda de la experiencia y de los años de vida.

 

 

Los niños prodigio no siempre auguran al genio adulto

Son pocos los casos que un niño celebrado por sus habilidades prematuras haya alcanzado niveles de genialidad en su etapa de adulto. Por lo general, aquellos que se han desenvuelto de manera sobresaliente en un campo determinado requieren de dos factores que, generalmente, no se dan durante la infancia: dolor y sensibilidad.

 

Las personas que han imaginado y diseñado una visión del mundo más allá de los límites de sus realidades generalmente han pasado por experiencias dolorosas que, con el tiempo, han podido procesar y utilizar para profundizar más en su propia sensibilidad y capacidades.

 

 

La mentira del IQ

El examen de coeficiente intelectual es rechazado en casi todas las esferas académicas como una farsa incapaz de medir realmente la inteligencia de una persona.

 

Si bien existen casos en que personas inteligentes han obtenido resultados sobresalientes en el examen, esto no es un indicativo de la genialidad y, mucho menos, de un desarrollo futuro de habilidades superiores.

 

Hace unos años se realizó en Washington un estudio sobre las razones por las que algunos niños suelen rendir exámenes de coeficiente intelectual con resultados mayores a los de otros. Lo que se encontró es bastante revelador: la mayoría de ellos afirmó que se habían preparado para el examen, y su principal razón fue el deseo de satisfacer a sus padres.

 

 

El talento, la habilidad y la motivación se desarrollan internamente a través del tiempo

Finalmente, es importante resaltar que la genialidad depende de tres factores: habilidad, motivación y talento.

 

Y, al contrario a lo que se considera normalmente, ninguno de estos tres viene inherente en una persona como un regalo divino y exclusivo para unos cuantos “elegidos”. En realidad, el talento se puede forjar, desarrollar, nutrir, manejar; la motivación se cultiva y se fortalece; la habilidad se genera y se desarrolla – por todos estos motivos, es importante recordar siempre que la genialidad se puede desarrollar y que no depende exclusivamente del genoma y de la “suerte” al momento de nacer.

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