MEDITACIÓN: LA HIBERNACIÓN HUMANA

 

Cuando comienza a hacer frío ¡Qué ganas de quedarse a dormir calentito entre las sábanas! de preferencia por largas horas, olvidando cualquier tipo de responsabilidad. Morfeo te tienta, pero tu racionalidad te empuja a darte una buena ducha, un café y a salir de la cama.

 

La hibernación es un proceso natural en muchos mamíferos para maximizar la supervivencia durante condiciones ambientales extremas. Se caracteriza por profundos cambios fisiológicos, como reducciones en las tasas metabólicas y la temperatura corporal central durante períodos prolongados de hasta 9 meses. La capacidad de hibernar en los animales, y su habilidad para recuperarse de la hibernación, sin signos evidentes de lesión orgánica, los convierte en excelentes modelos para la aplicación clínica de este mecanismo de protección natural, que ha generado un gran interés en la investigación médica.

 

Estudios recientes han arrojado más luz sobre las bases genéticas y moleculares de la hibernación y se ha demostrado que varios compuestos químicos juegan un papel importante en la regulación de la hibernación, con un enfoque creciente en la investigación de sus posibles aplicaciones clínicas en la preservación de órganos e incluso el desarrollo de técnicas criogénicas. Existe inducción de hibernación en mamíferos que no hibernan y también el inducir la supresión metabólica con fines terapéuticos.

 

Estas conclusiones fueron observadas a propósito del hallazgo de un hombre sueco atrapado en su auto bajo miles de kilos de nieve que sobrevivió durante dos largos meses consumiendo algunos alimentos. Los médicos observaron que para sobrevivir había mantenido una temperatura central uniforme, como lo hacen los animales en hibernación, lo que le habría permitido no solo sobrevivir sino también recuperarse rápidamente luego de su rescate.

 

Algunos animales tienen un cuerpo preparado para el proceso de hibernación, y varias semanas antes de comenzar a hacerlo se observa en ellos la formación de un depósito graso que les permitirá resistir durante ese tiempo. Además, en ese período previo, los animales preparan cuidadosamente el refugio donde van a pasar esos meses. Luego, cuando la temperatura atmosférica desciende hasta un punto más que bajo, ocurre la hibernación en donde el animal puede parecer incluso muerto. En ocasiones los animales adoptan una forma particular para protegerse mejor del frío, como la de una bola.

 

Fisiológicamente, la hibernación consiste en la adquisición de un estado de sueño o letargo invernal, que tiene como mayor consecuencia en el cuerpo el descenso del ritmo cardíaco hasta en un 80%, en un 50% el ritmo respiratorio y en cuatro o cinco grados la temperatura. El animal deja de realizar algunas acciones que en su etapa más habitual son indispensables, como comer, beber, defecar u orinar.

 

Durante la hibernación, todas las especies tienen un ejercicio de despertar mediante un movimiento donde la temperatura corporal aumenta, exigiendo un gasto de energía extraordinario para el período de hibernación, que son los momentos donde más energía se gasta. Cuando llega la primavera, estos animales retoman su temperatura corporal habitual y vuelven a la vida normal, en general

con una fuerte pérdida de peso. Usualmente, este momento coincide con el comienzo de la época de apareamiento.

 

Ejemplos de animales que hibernan: Tejones, Osos, Murciélagos, Abejas, Ardillas, Lombrices, Ardillas rayadas, Golondrinas, Perritos de las praderas, Lagartos, Marmotas, Cigüeñas, Mapaches, Serpientes, Mofetas. No todos los animales realizan la hibernación; solo lo hacen aquellos que están acostumbrados a vivir en un ambiente templado, precisamente aquel donde la estación fría genera un fuerte desequilibrio.

 

Suele hacerse una distinción entre la hibernación de:

Animales de sangre fría. Habitualmente son animales más pequeños como insectos, caracoles, orugas o incluso peces, que tienen la peculiaridad de adoptar formas particulares que les permiten alcanzar temperaturas superiores.

 

Animales de sangre caliente. Estos son los más comprometidos por las condiciones de temperaturas bajas, entre los que se encuentran los mamíferos que hibernan, animales insectívoros y algunas ardillas.

 

Un experimento de Mark Roth, biólogo en el Fred Hutchinson Cancer Research Center en Seattle, utilizó ratones a los que les disminuyó en un 92% la frecuencia respiratoria, lo que ocasionó que también disminuyera su temperatura corporal; posteriormente los reanimó, evidenciándose que su comportamiento se normalizó cuando se recuperaron completamente.

 

De acuerdo al experimento anterior, se necesita más investigación sobre la inducción de hibernación, ya que es un buen modelo para la medicina humana debido a sus similitudes genéticas y fisiológicas. Sin embargo, estas moléculas también tienen un gran potencial en aplicaciones clínicas como traumas, ataque cardíaco, accidente cerebrovascular y muchas otras emergencias médicas graves, como en la “inducción al coma”, para tener más tiempo de intentar salvar una vida en cuidados intensivos y el ahorro energético por medio de la hipotermia regulada para conservar la energía como “criopreservación”, que ya se hacen en óvulos y espermatozoides humanos, por ejemplo.

 

Mientras tanto, los métodos para mantener y terminar la hibernación aún no se han determinado a pesar de una mayor investigación sobre las moléculas involucradas en la fase de mantenimiento de la hibernación. A nivel genético, la hibernación parece estar asociada en gran medida con la regulación de la expresión génica. Tal vez los meditadores serios y coherentes tienen la respuesta.

 

Las condiciones modernas de vida, la calefacción y el hábito del trabajo, entre otras causas, nos han alejado de esta capacidad, sin embargo, aún existen los últimos hibernadores, como por ejemplo en el Tíbet, en donde los monjes al meditar y encontrarse a bajas temperaturas, consiguen activar el modo de hibernación. Estos monjes tibetanos meditadores, han sido estudiados por el Dr. Herbert Benson, profesor de medicina de la Harvard Medical School, , descubriendo que pueden reducir en un 64% sus necesidades de oxígeno.

 

Asimismo, el Dr. Richard J. Davidson, profesor de psicología y psiquiatría de la Universidad de Wisconsin-Madison, descubrió que quienes practicaron la meditación durante largo tiempo “mostraron activación cerebral a una escala que nunca habíamos visto antes”: ya que pueden incrementar la neuroplasticidad y la capacidad del cerebro para aprovechar nuevas experienciascreando cambios duraderos y nuevas conexiones. Sin embargo, este no es un logro que sea posible a corto plazo.

 

Una persona que no practica meditación es capaz de mantener la atención sobre un objeto durante 2.6 segundos en promedio. Comparado con esto, un monje es capaz de mantener una constante percepción visual de un objeto durante 723 segundos; además, el córtex prefrontal izquierdo, el núcleo accumbens, las ondas gamma llegan a 40 ciclos por segundo (fácilmente medibles en un encefalograma), y se observan con mejores parámetros que los no meditadores.

 

Entonces Rezar, Orar, Reflexionar, Siestar, Dormir y Meditar son tipos básicos de Hibernación Humana que podemos llevar a la práctica y volvernos más expertos como lo proponen muchos grupos, desde sus puntos de vista.

 

El aprender a morir a diario, cada noche al dormir, y potenciando la contracción-dilatación, sístole-diástole, inspiración-exhalación, simpático-parasimpático, etc., nos hace tener esperanza en la resurrección o despertar de cada mañana. Máxime en tiempos de cuarentena. HIBERNEMOS PARA VOLVER A UNA VIDA MEJOR.

 

 

Dr. Vegan Correo: oscarvilca@hotmail.com

Celular: +51-951 683 337

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