MENTES BRILLANTES

 

 

 

Existen personas con habilidades excepcionales que destacan por su capacidad intelectual, ya sea en uno o varios campos del conocimiento. Se les suele denominar genios, superdotados, maestros. Aptitudes tan sobresalientes despiertan gran admiración y curiosidad. ¿Se trata de algo innato? ¿Cualquier ser humano puede alcanzar ese desempeño? A continuación esclareceremos todas estas interrogantes.

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Inteligencia

Al tomar contacto con la palabra inteligencia, asociaremos mentalmente todo lo que se refiere a la “capacidad intelectual”. Si nos remitimos a este significado, encontraremos las siguientes definiciones:

 

* Capacidad de saber elegir.

* Capacidad para entender, elaborar, asimilar información y resolver problemas.

* Capacidad de adaptación a diferentes circunstancias y retos.

 

Es evidente que la inteligencia es sumamente necesaria para sobrevivir y desarrollarnos como individuos. Durante un tiempo, en la Psicología se impuso la marcada tendencia a medir este atributo y así surgió el famoso “coeficiente intelectual”. Se crearon diversas pruebas para definirlo, que en realidad pretendían establecer ciertos parámetros para determinar quiénes eran más aptos para determinadas ocupaciones.

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Surge inmediatamente la interrogante de si se nace con determinada capacidad intelectual. Para poder aclarar este punto es necesario mencionar que existen dos tipos básicos de inteligencia, dentro de la concepción más tradicional de término, que revisaremos a continuación. Observaremos también cómo se va armando una especie de correlación entre herencia y medioambiente.

 

Inteligencia fluida

Este tipo de inteligencia alude a la capacidad de adaptarse y afrontar situaciones novedosas de forma flexible, sin que el aprendizaje previo ayude a lograr el propósito. A veces se le suele denominar “inteligencia innata” ya que, evidentemente, posee una base genética. Está constituida por:

 

* La capacidad de razonar contenidos abstractos.

* El razonamiento lógico.

* La capacidad de establecer relaciones o extraer diferencias.

 

Se ha reportado que alcanza su rendimiento máximo en la adolescencia. Posteriormente, comienza a disminuir por efectos del envejecimiento y el deterioro de las estructuras neuronales. Hay que considerar también los accidentes y el consumo de sustancias dañinas.

 

Inteligencia cristalizada

Este tipo de inteligencia es el conjunto de habilidades, estrategias y conocimientos que hacen referencia directa al desarrollo cognitivo alcanzado por el individuo. Es decir, es la que se logra desarrollar gracias al historial de aprendizajes. Está constituida principalmente por aptitudes referidas a:

 

* Comprensión verbal.

* Establecimiento de relaciones semánticas.

* Evaluación y valoración de la experiencia.

* Establecimiento de juicios y conclusiones.

* Conocimientos mecánicos.

* Orientación espacial.

 

Es importante puntualizar que en la inteligencia cristalizada el factor ambiental es el más relevante, ya que lo que permitirá su crecimiento serán las oportunidades para ir desarrollando nuevas habilidades. Surge inmediatamente ese pequeño juego al que se hacía referencia al comienzo: la inteligencia total del individuo va a depender indudablemente de su potencial innato, pero le servirá muy poco si no se ve enriquecida por un entorno que favorezca las oportunidades de aprendizaje.

 

 

¿Qué pasa entonces con las “mentes brillantes”?

 

 

Esta gráfica ilustra algo muy importante. Estamos frente a una “curva normal” en la que se ve claramente que, al ser evaluadas en su capacidad intelectual, un 70 por ciento de las personas obtienen puntuaciones “promedio”.

 

A partir de un coeficiente intelectual (CI) de 110, se puede decir que un individuo ha superado la barrera del 70 por ciento. Un CI de 130 ya es considerado muy superior. Ahora bien, observemos la cifra obtenida por una de las mentes más brillantes de la historia: 160, ¡una barbaridad!

 

La misma imagen nos revela que personas con esta capacidad están dentro de un porcentaje menor al 0,13%. Se deduce claramente que son muy pocos los sujetos que llegan a este nivel.

 

Ante el interrogante inicial de si es posible que cualquier persona alcance este potencial, la respuesta es un rotundo no. Sin embargo, como se ha mencionado, estas personas no pudieron haber llegado tan lejos sin un componente innato y, sobretodo, sin un ambiente que haya favorecido este desarrollo. Todos tenemos una capacidad previa, pero sobre ella podemos seguir laborando, aprendiendo y superándonos. Allí radica la principal habilidad del ser humano: sacar el máximo provecho de todos los recursos disponibles.

 

 

 

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