NO ESTAMOS EN EL MISMO BARCO

 

 

Escuché que todos estamos en el mismo barco, pero no es así. Estamos en la misma tempestad, pero no en el mismo barco. Tu barco tiene unas condiciones y el mío puede tener otras muy diferentes.

 

Para algunos, la cuarentena está óptima; momentos de reconexión, de reflexión, en chancletas, con un whisky o un té. Pero para otros, ésta es una crisis desesperante y un momento de gran angustia.

 

Para algunos una paz, un tiempo para el descanso, unas vacaciones. Para otros una tortura, ¿cómo voy a pagar mis cuentas?

 

Algunos están ocupados en elegir series de televisión, nuevos aprendizajes y leer varios libros; otros están preocupados por el pan para el fin de semana, o si los fideos alcanzan para unos días más.

 

Algunos están en el “home office” de su casa campestre. Otros, están revolviendo basura o rindiendo el mercado para sobrevivir.

 

Algunos quieren volver a trabajar porque se les está terminando el dinero; otros quieren matar a aquellos que rompen la cuarentena, pues su caso o familia cercana, es población de alto riesgo.

 

Algunos necesitan romper la cuarentena para hacer cola en los bancos y sacar un préstamo, o para ir donde un amigo que les va a facilitar un dinero; otros critican las decisiones que se toman, y emiten mil comunicados con información sin verificar.

 

Unos tienen fe en Dios y esperan sus milagros durante este 2020. Otros dicen que lo peor está por venir.

 

Entonces, amigos, no estamos en el mismo barco. Estamos pasando por momentos en los cuales nuestras percepciones y necesidades son completamente distintas. Y cada cual, saldrá a su manera de esa tempestad: algunos con el bronceado de la piscina; y otros, con cicatrices en el alma.

 

Por tales motivos evidentes y por otros invisibles, es muy importante ver más allá de lo que se ve a primera vista. No solo mirar pero más que mirar, ver…Ver más allá del partido político, más allá de la religión, más allá del género y del estrato social y del propio ombligo.

 

No menosprecies el dolor del otro, si tú no lo sientes. No juzgues la buena vida del uno, y tampoco condenes la mala vida del otro.

 

Simplemente nadie es juez. No juzgues tanto a aquél que pide porque le falta, como a aquél que no apoya porque crees que le sobra.

 

Por ello sostengo, estamos en barcos distintos, cada uno capeando la tempestad a su manera…Por eso, permitamos que cada cual navegue su ruta con todo el respeto y la dignidad que le corresponde a sus decisiones.

 

¡Ánimo a todos! Y los mejores deseos en tu dirección para reflexionar.

 

Tomado del video “Habitante del mundo soy”

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