TRASTORNOS PSICOLÓGICOS COMUNES EN NIÑOS Y ADOLESCENTES

 

 

 

Poco a poco la investigación en este campo se fue ampliando y, actualmente, conocemos un importante grupo de trastornos psicológicos que afectan a este sector de la población.

 

Trastornos psicológicos infantiles más comunes

 

Trastorno de Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH)

 

La causa de este trastorno es 75 por ciento genético, aunque existen también factores que influyen en su desarrollo relacionados al embarazo y a los primeros meses de vida, como el consumo de tabaco y alcohol por parte de la madre.

 

Los niños con TDAH son muy inquietos e impulsivos. Además, tienen problemas para prestar atención y concentrarse. Este trastorno compromete la capacidad del niño para aprender y lograr un desempeño adecuado en el colegio, ya que le es difícil mantenerse ocupado en una misma tarea y pasa rápidamente a otra sin haber terminado la primera. Estos niños tienen dificultad para compartir lo suyo y esperar su turno, y siempre están en constante movimiento. No siguen instrucciones, olvidan realizar sus tareas, pierden cosas y los estímulos externos son una perenne fuente de distracción.

 

En las últimas décadas, el tratamiento farmacológico ha demostrado ser el más efectivo, aunque es importante que los padres y profesores estén informados sobre las características de dicho trastorno y actúen en consecuencia. Por ejemplo, al darle indicaciones a un niño con TDAH se le debe mirar a los ojos para asegurarnos que ha comprendido la consigna. El apoyo en el centro escolar es indispensable, ya que muchos de estos niños tienen cierto retraso académico.

 

 

Depresión

La depresión infantil presenta los mismos criterios diagnósticos que la depresión en adultos, pero existen diferencias en cuanto a su expresión. Para considerar la presencia de este trastorno, el episodio depresivo debe durar como mínimo dos semanas y no puede estar relacionado al consumo de alguna sustancia.

 

Este trastorno presenta los siguientes síntomas: pérdida de interés hacia el entorno o incapacidad para disfrutar del juego o actividades escolares, falta de energía, desánimo, sentimientos de inferioridad y pérdida de confianza, sentimiento de culpa inapropiado, incapacidad para concentrarse, bajo rendimiento académico, alteraciones del sueño, variaciones del peso (generalmente, en aumento) y quejas frecuentes de dolor de cabeza o estómago.

 

 

Trastorno de control de esfínteres

También se le conoce como enuresis, y se refiere a la emisión involuntaria de orina durante el día o la noche a una edad en la que se espera que ya exista control al respecto (más allá de los 3 años aproximadamente).

 

Algunos factores que predisponen al niño a padecer este trastorno son: problemas físicos como el tamaño de la vejiga o la musculatura débil de la misma, iniciar tarde el hábito de control de esfínteres, pasar por situaciones críticas emocionales como el nacimiento de un nuevo hermanito, la separación de los padres o el cambio de colegio, entre otros. También existe el factor hereditario, donde un familiar cercano padece el mismo problema. De ser este el caso, es importante explicárselo al niño para darle seguridad y un mejor manejo de la situación.

 

Aunque suele mejorar con el tiempo, es un tema que no debe ignorarse. Lo primero es ubicar la causa o factor desencadenante para saber qué medidas tomar. Bajo ninguna circunstancia se debe ridiculizar ni castigar al niño por este hecho, ya que en vez de hacerlo mejorar, puede generar problemas emocionales.

 

 

Trastorno de conducta

Se estima que al menos 1 de cada 10 niños sufre de trastorno de conducta. Es más común en niños que en niñas y ocurre más en zonas urbanas que rurales.

 

Se le conoce también como trastorno del comportamiento, y los niños que lo padecen se identifican por tener poca o ninguna consideración por otras personas y ningún respeto por la autoridad y las normas. Los signos más característicos incluyen: agresión, mentira, robo, conducta destructiva, entre otros.

 

Los estudios han demostrado que los niños en riesgo de trastorno de la conducta han experimentado alguna de las siguientes situaciones: abandono, pobreza, separación de los padres, rechazo materno, enfermedad mental de alguno de los padres, abuso o violencia.

 

 

Trastornos psicológicos más comunes en los adolescentes

 

 

Ansiedad

El adolescente es una persona nerviosa por naturaleza, y no es para menos dado los constantes cambios en su cuerpo y entorno. Los adolescentes con altos niveles de ansiedad suelen mostrarse inseguros, perfeccionistas y con gran necesidad de aprobación.

 

La “ansiedad de separación” es un tipo concreto de ansiedad que experimentan algunos adolescentes ante la posibilidad de tener que separarse de sus padres o de sus seres más queridos. Antes de admitir el verdadero motivo (no querer separarse de sus seres queridos), dan otras justificaciones e incluso presentan complicaciones físicas como vértigo, desmayos, dolores de barriga o palpitaciones.

 

La ansiedad en su grado máximo se denomina “ataque de pánico” y su forma más dramática es la sensación de muerte inminente. El adolescente palidece y puede presentar palpitaciones, sudoración, temblores, náuseas, molestias abdominales, mareos, escalofríos, miedo a morir, etc.

 

El tratamiento que ha demostrado mayor eficacia es el farmacológico, que incluye medicación ansiolítica de acción rápida para controlar las crisis. De forma paralela, se recomienda la psicoterapia individual, así como algunas sesiones de terapia familiar.

 

 

Estrés

Existen innumerables factores de estrés durante la etapa de mayor fragilidad de la personalidad. Algunos jóvenes saben adaptarse bien a la llegada del estrés y se sobreponen con facilidad; otros se sienten incapaces de superar estas situaciones manifestando una serie de conductas desproporcionadas. Estos son los adolescentes con problemas de adaptación.

 

Algunas situaciones particularmente estresantes son: la terminación brusca de un noviazgo, dificultades de integración escolar, aislamiento social y falta de amigos, y problemas de relación con los padres.

 

 

Los principales síntomas del estrés son:

* Cansancio

 

* Dolores de cabeza

 

* Actitud depresiva, tristeza, llanto y desesperanza

 

* Nerviosismo, inquietud y ánimo preocupado

 

* Dificultad para concentrarse

 

* Mal genio

 

* Retraimiento social

 

El tratamiento para estos jóvenes debe ser llevado a cabo por psicólogos del ámbito infantil y juvenil, que determinarán la línea terapéutica a seguir con las debidas sesiones de terapia individual o familiar.

 

Aunque, en su mayoría, la evolución suele ser buena, algunos pacientes pueden llegar a presentar patologías como trastornos de personalidad o del estado de ánimo.

 

 

Trastornos de la conducta alimentaria (TCA)

Los TCA son trastornos mentales caracterizados por un comportamiento patológico frente a la ingesta alimentaria y una obsesión por el control de peso.

 

Los TCA más conocidos son la anorexia y la bulimia, pero también existen otros, como el trastorno por atracón, la ortorexia (la obsesión por la comida sana) y la vigorexia (la obsesión por el ejercicio físico).

 

Los adolescentes que sufren de anorexia sienten un miedo intenso a aumentar de peso o engordar, y están excesivamente preocupados por su silueta. Se ven desproporcionados a pesar de tener un peso por debajo de lo normal.

 

Existen dos tipos de anorexia. En primer lugar, la anorexia restrictiva: un cuadro clínico donde los jóvenes logran un bajo peso a través de dietas restrictivas, ayuno muy prolongado y abundante ejercicio de intensidad elevada. En segundo lugar, la anorexia purgativa, donde los adolescentes recurren a purgas (laxantes, vómitos, etc.).

 

Por otro lado, la bulimia se caracteriza por episodios de atracones en los que el adolescente ingiere una gran cantidad de alimento en poco tiempo y, generalmente, en secreto. Ellos intentan compensar los efectos de la sobreingesta mediante vómitos autoinducidos u otras maniobras de purga.

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