LA MAGIA DE LOS ALIMENTOS

 

 

Hace mucho tiempo tuve un paciente adulto mayor de 75 años. El señor tenía disfagia (dificultad para tragar) y Parkinson como diagnóstico médico. Ya el Parkinson le dificultaba la ingesta de alimentos con libertad. Le costaba cortar la comida y dirigirla a la boca por los temblores de la mano, y la disfagia, como ya mencionamos, le dificultaba tragar los alimentos.

 

Alimentarse es una de las actividades básicas de la vida diaria, pero el Parkinson le hacía más cada vez más difícil alimentarse de manera efectiva y con libertad. Esto le generó un estado de fragilidad y como es natural, se vio afectado psicológicamente. Lamentablemente, cayó en una depresión muy fuerte.

 

A raíz de estos inconvenientes el señor bajó mucho de peso, perdió masa muscular, disminuyó su movilidad con el andador, perdió el apetito y la voluntad de alimentarse en su totalidad. Sus hijos no dejaron de tener la esperanza de que se recupere y buscaron de inmediato a un médico geriatra.

 

El doctor ayudó a la familia, los visitaba semanalmente para monitorear al paciente. Además, el médico les sugirió un psicólogo, un nutricionista y un terapista físico. El doctor convocó una reunión médica en la casa del paciente. Todos los profesionales nos acercamos al domicilio y conversamos sobre el diagnóstico psicológico, médico, nutricional y físico. Llegamos a la conclusión que el paciente tenía: desnutrición proteica, sarcopenia (pérdida de masa y fuerza muscular), depresión, Parkinson y disfagia.

 

La familia quedó devastada con el diagnóstico; sin embargo, con el apoyo del equipo interdisciplinario de salud los ayudamos a salir adelante.

 

El médico controló la disfagia, el Parkinson y la depresión con medicamentos. El psicólogo lo ayudó a superar la depresión y a generar apego al tratamiento. El terapista físico contribuyó realizándole ejercicios diarios para incrementar la fuerza y masa muscular, en conjunto con el plan nutricional de la nutricionista.

 

El plan nutricional ayudó a modificar los hábitos del paciente; lo primero que realizamos fue modificar la textura de la dieta, le brindamos alimentos espesos para que pueda tragarlos con facilidad, como por ejemplo puré de papa o yuca o camote espeso, compotas de fruta o fruta aplastada, verduras bien cocidas para facilitarle la digestión. Pero también le dimos sus alimentos favoritos, los cuales podía consumir tres veces a la semana, si bien con diferente textura, tenían el sabor de siempre, ese sabor que te hace retroceder en el tiempo y recordar los buenos momentos. Relacionar los recuerdos con los alimentos y disfrutar de sus comidas favoritas contribuyó a mejorar su voluntad de comer.

 

El objetivo del plan era generar facilidad para tragar los alimentos, apego al plan nutricional, incrementar la felicidad, realzar las emociones que te transmiten los alimentos, y mejorar la actitud positiva ante la dieta generando la voluntad de comer.

 

De todos los pacientes siempre se aprende algo. Los alimentos y las emociones se relacionan. A través de un alimento, uno puede regresar en el tiempo y recordar una situación feliz, un lugar, las personas que lo prepararon o las personas con las que se compartía.

 

Platos típicos de una ciudad, platos que preparaba la abuelita o la mamá, platos que prepararon para su pedida de matrimonio, el dulce que compartía con su esposo todas las tardes, el café recién pasado por su esposa al despertar, platos que cocinaba con sus hijas, desayunos típicos que preparaba la abuela por un día especial o la conversación que tenía con su abuelo mientras cocinaban. Estos son algunos recuerdos que he escuchado. No necesariamente son platos muy elaborados, pueden ser desde un pan con queso de su tierra, un café pasado, hasta un tacu tacu de frejoles o una mazamorra morada.

 

Los adultos mayores, a diferencia de otro grupo etario, guardan y atesoran muchos recuerdos en su memoria, recuerdos que no queremos que se pierdan y que, de vez en cuando, deseamos revivir para generarles felicidad, y los alimentos tienen esta magia.

 

Este paciente demoró mucho tiempo en recuperarse, pero junto al equipo interdisciplinario de salud y al esfuerzo y compañía de su familia logró pararse y caminar. Además, regresó su ánimo de alimentarse solo y mejoró notablemente de la depresión.

 

El paciente puede ser atendido por los mejores profesionales de salud, pero cuando hay compañía, amor y apoyo a su alrededor, la recuperación es más rápida.

 

 

 

 

 

 

 

Lic. Ximena Chávez Alonso

Nutricionista Geriátrica - CNP 5738

Creadora y editora de la web: ximenachavez.com

Contacto: nutricionista@ximenachavez.com Facebook: Ximena Chávez – Nutrición para el adulto mayor

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