LA SANACIÓN DEL NIÑO INTERIOR

 

 

Lic. Julio Salas Dahlqvist

Psicólogo y Psicoterapeuta

PERÚ

 

 

 

“En el fondo todos somos niños."

(Proverbio alemán)

 

Todos pasamos por la niñez y esta etapa no se pierde con los años. Siempre nos acompaña el niño o niña que fuimos en algún momento de nuestra vida. En ese sentido, son de gran importancia los primeros años del ser humano. Tan es así que muchos planteamientos psicológicos reconocen lo fundamental que es la infancia, pues ahí se afirman las bases de su destino, orientando a la persona a eventos relacionados con su salud, felicidad, relaciones humanas, matrimonio, etc.

 

Aquí cabría preguntarnos ¿Cómo fuimos tratados cuando éramos niños? ¿Cómo nos trataban nuestros padres?, ¿recibíamos afecto? ¿Qué experiencias nos marcaron? De acuerdo a las respuestas podríamos deducir cómo está nuestro niño interior. Si fuimos niños maltratados, si sufrimos falta de afecto y recibimos mensajes negativos de nuestros padres, entonces es probable que se manifiesten las consecuencias en diferentes áreas de la vida adulta.

 

De acuerdo a esto, tenemos, por ejemplo, adultos muy inseguros y con muchos temores. Lo que sucede en realidad es que el niño de ellos está asustado y eso lo manifiesta con miedo. Su niño interior necesita protección.

 

Por este motivo es necesario prestar atención a cómo está nuestro niño interior; si está herido o ha pasado por circunstancias difíciles, podemos tratarlo mejor, pues también tenemos las voces de nuestros padres grabadas en nuestras mentes y hemos acumulado muchas horas de grabación. ¿Puede recordar usted qué le solían decir papá y mamá? A veces le hacían críticas, o le gritaban, pero otras veces le daban palabras de aliento. En ese sentido, encontramos gente que cuando se equivoca, se critica a sí mismo, tal como lo hacían sus padres con él. Eso demuestra que interiormente aún llevamos a nuestros padres.

 

Uno de los primeros pasos para la sanación del niño interior es darnos cuenta de cómo está: contento, triste, molesto, o tal vez asustado. La sanación del niño interior viene desde la conciencia, y para ello debemos darnos cuenta de cómo fue nuestra niñez. Si aún escuchamos las grabaciones paternas que nos dieron mensajes inadecuados, tenemos la opción de reemplazar aquello que nos dijeron con palabras constructivas para nosotros. Si una persona ante un examen piensa: "Soy torpe, seguro que saldré mal", es porque este mensaje lo captó en la infancia el niño interno. Sin embargo, puede cambiar este mensaje conscientemente y decirse: "Soy humano, estoy aprendiendo, tengo derecho a equivocarme, ¡Pero soy capaz!". Por ello, cuide sus diálogos internos, aprenda a hablarse a sí mismo de manera constructiva y permisiva, dándole la oportunidad a su niño interior a ser natural y espontáneo.

 

El siguiente paso es reconciliarse con las figuras paterna y materna. El niño interior, en el fondo, siente amor por sus padres. Pero hay que ejercitar ese amor para renovarlo. Un buen ejercicio consiste en visualizarse como un niño frente a ellos y expresarle sus emociones. Aquí se puede dar la oportunidad de mostrar su enfado, su tristeza o resentimiento ante cosas que han podido suceder, permitiéndose ser sincero.

 

Exprésese, llore, grite, reclame, ¡descargue eso que aún siente! Posteriormente, utilizando la misma práctica, puede colocarse en el lugar de cada uno de ellos y fijarse cómo verían al niño que es usted. Esto le ayudará a observar la situación desde una perspectiva diferente. Finalmente, puede expresarles su afecto y llevarlos a su corazón. La consecuencia de esta práctica resulta siendo una ma-ravillosa virtud: El Perdón.

 

Mediante el perdón se logran cambios maravillosos en las personas.

 

Nuestro niño interior se siente reconfortado porque ahora puede amar más a sus padres, y entonces la vida adulta tendrá un pronóstico feliz.

 

Una recomendación para que emerja el niño interior es jugar. El juego nos reconecta con las emociones auténticas y con ello se beneficia nuestra salud. Además, de esta manera, recuperamos la creatividad, pues cuando jugamos utilizamos la imaginación. Si abandonamos a nuestro niño interior, él se sentirá triste como si dejáramos solo a un pequeño en un cuarto oscuro; en cambio, cuando usted juega, su niño interior se siente pleno y feliz.

 

La clave fundamental para la sanación del niño interior es el afecto. Dar y recibir amor es altamente saludable, aumenta el estado de bienestar físico, psicológico y espiritual. Dígase frente al espejo que se ama y abrácese a sí mismo, y también abrace a los demás.

 

Regale sonrisas, que son gratuitas; los niños interiores de los demás se lo agradecerán. Si seguimos estas pautas nuestro niño interior vivirá esa plenitud que nos acerca a la divinidad.

 

Recuerden que la sanación del niño interior surge desde la conciencia, y para ello debemos darnos cuenta de cómo fue nuestra niñez. Si aún escuchamos las grabaciones paternas que nos dieron mensajes inadecuados, tememos la opción de reemplazar aquello que nos dijeron con palabras constructivas.

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