LA SOLEDAD

 

 

En la actualidad la soledad tiene, generalmente, una connotación negativa. Incluso, podemos afirmar que tratamos de evitarla.

 

 

¿Qué es la soledad?

En las definiciones que podemos encontrar en el Diccionario de la Real Academia Española, hay un par que se asocian directamente con lo mencionado en la introducción.

 

* Carencia voluntaria o involuntaria de compañía.

 

* Pesar y melancolía que se sienten por la ausencia, muerte o pérdida de algo o alguien.

 

La primera de las definiciones es bastante objetiva, concretamente se refiere al hecho de estar sin compañía. La segunda es interesante, ya que relaciona a la soledad directamente con emociones negativas.

 

Debemos aclarar que, si bien es cierto que alguna pérdida importante puede provocar repercusiones emocionales significativas, estas no tienen que ver directamente con la soledad. Más bien, serían parte de un proceso de duelo que va, probablemente, acompañado de la soledad. Por lo antes expuesto, es un error dar a la soledad un tono emocional necesariamente negativo.

 

La soledad no es más que una circunstancia que se puede presentar en la vida o que podemos elegirla. Todos los seres humanos la hemos experimentado alguna vez y tenemos que aprender a lidiar con ella. Pero no siempre es un hecho negativo.

 

 

 

¿Por qué el sesgo negativo?

La sociedad actual, ruidosa, acelerada y consumista, sostiene esa visión negativa de la soledad. Muchas personas no pueden estar solas ni en silencio, no toleran siquiera unos minutos a solas con sí mismas. Probablemente, a un gran número de estos individuos no les gusta lo que encuentran al mirarse sin tantos distractores de por medio.

 

Vivimos en constante interacción y ruido, se le da gran importancia al estar continuamente en contacto con otras personas. Fiestas, discotecas y otros lugares sociales, siempre están repletos los fines de semana, todo para evitar estar a solas con uno mismo. La gente se embriaga, paga costosas entradas, se traslada largas distancias para encontrar lo mismo que tienen cerca, se estimulan constantemente. En otras palabras, consumen y buscan siempre fuera de sí analgésicos que en realidad poco van a hacer por ellos.

 

Para arraigar esto más profundamente, se han desarrollado tecnologías que nos evitan sentirnos solos. Diversos dispositivos nos ponen en contacto rápidamente con un gran número de personas y, si no contestan, no hay problema: mientras tanto accedemos a videos, música y otros distractores.

 

Tomando en cuenta ese contexto, no es nada sorprendente que en nuestros días la soledad tenga esa carga negativa.

 

 

 

La soledad como oportunidad

Es hora de romper con esa visión negativa de la soledad. Más allá de resultarnos incómoda al comienzo, puede ser una gran aliada de la exploración y el conocimiento personal.

 

En la antigüedad, muchas personas se aislaban del mundo, se convertían en ermitaños para lograr el espacio ideal que requiere el viaje al interior de cada uno. Maestros espirituales destacados han vivido periodos en los que se fueron por un tiempo y regresaron transformados, basta recordar a Jesús y Buda.

 

Evidentemente, no es necesario adoptar una postura tan radical como el aislamiento total. Sin embargo, hacer silencio, apagar todo y ver qué sucede en ese encuentro íntimo tiene un valor incalculable.

 

Se recomienda llevar a cabo una estrategia de vida conocida por los budistas como el “camino medio”. Se llama así porque plantea un equilibrio entre los extremos que son la gratificación de los instintos, por un lado, y la pobreza material acompañada con la absoluta soledad, por otro.

 

No hay que tener miedo de esta compleja labor que exige ir paso a paso, en contraste con el imperante inmediatismo actual. Seamos pacientes, la introspección ayudará a que vayamos entendiéndonos más.

 

Obviamente, el viaje no será siempre placentero. Por ahí encontraremos aspectos que no han sido revisados durante mucho tiempo y se encuentran muy inmaduros. ¿Qué hacer? Pues ahora toca laborar en ellos, es momento de darles la atención que nunca antes tuvieron.

 

Debemos recordar que la mente será una herramienta importante para la reflexión, pero luego, en lo que se conoce como “ruido mental”, empezará a incomodar. De ahí la utilidad de técnicas como la meditación o el mindfulness, que serán de mucha ayuda para poder aplacar el bullicio.

 

Para finalizar, simplemente queda hacer una invitación formal a salir del ruido y empezar a mirar hacia adentro. Allí encontraremos todas las respuestas que tanto buscamos afuera. No hay que temer, tan solo hay que atreverse. Distraerse no es malo, simplemente no debe ser una constante. Es siempre importante abrir espacios para el autoconocimiento personal.

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