¿LAS REDES SOCIALES PUEDEN AFECTAR AL CORAZÓN?
Lo cierto es que nos encontramos expuestos a muchos hábitos que pueden considerarse inocuos. Pero, contrario a la noción popular, estas costumbres inofensivas pueden acarrear consecuencias y con el tiempo convertirse en perjudiciales.
El presente artículo elabora una demostración informativa respecto a uno de nuestros hábitos más comunes: las redes sociales.
Incluso hoy se desconocen las consecuencias de los altos niveles de estrés que estas generan. La ansiedad y el pulso acelerado por las complicaciones a las que nos somete la actividad social en la computadora pueden conducir a problemas de funcionamiento cardíaco.
¿Qué es el estrés y cómo se produce?
El estrés es una respuesta automática desarrollada por el organismo ante situaciones desafiantes de enorme ansiedad. Se considera también como la interacción entre los eventos externos y nuestras respuestas cognitivas y emocionales.
El estrés se genera por la interpretación, en muchos casos acumulativa, de las situaciones generadas en el entorno.
¿Por qué es importante reducir la ansiedad?
La ansiedad es un conjunto de respuestas emocionales y cognitivas ante situaciones de riesgo. Sus principales catalizadores son el miedo, la ira, la frustración o la tristeza.
Por lo general, la ansiedad puede elevar los niveles de emoción hasta generar comportamientos extremos. Es importante mantenerse al margen de la ansiedad porque origina e incrementa el estrés.
IMPORTANTE
Las situaciones de riesgo aumentan la ansiedad, pero también la provocan actividades adictivas a las que recurrimos cuando nos sentimos frustrados o extremadamente emocionados.
¿Qué tipo de actividad son las redes sociales?
De acuerdo a un estudio realizado por la Universidad de Edimburgo, las redes sociales como Facebook, Twitter o Whatsapp se han convertido en actividades adictivas.
Las adicciones plantean efectos psicológicos de elevada ansiedad y son el escenario perfecto para el desarrollo del estrés.
En realidad, los efectos de comunicación de estas redes no resultan tan positivos como sus promotores afirman.
¿Qué tipo de consecuencias pueden causar las redes sociales?
Un estudio realizado en Alemania ha identificado un impulso de neurosis cuando se accede a la actividad social en la red.
Las angustias que causan las faltas de respuesta, la ansiedad que genera la especulación de dónde se encuentra el contacto, por qué no responde, la falta de respuesta inmediata para generar intriga e interés, todo es parte de un nuevo vocabulario masoquista y neurótico generado a partir de la interacción virtual en las redes sociales.
También hay sentimientos de culpa por el rechazo de solicitudes o frustración y rencor por no recibir respuestas positivas o los denominados likes.
IMPORTANTE
En los últimos años, las redes sociales han demostrado ser una pantalla de presentación orientada a la necesidad de ser visto y querido. Cuando nos ignoran o desaprueban, aumentan la ansiedad y el estrés.
Lo peligroso es que, una vez generados, los niveles de ansiedad no pueden erradicarse para siempre. Si se ha experimentado un pico ansioso en algún momento de la vida, lo más probable es que el sistema nervioso quede propenso a generar una respuesta similar en el futuro. Por esta razón, es importante evitar situaciones estresantes innecesarias.
¿Qué significa esto para el corazón y el pulso cardíaco?
Estudios recientes realizados en Estados Unidos e Inglaterra han concluido que enviar mensajes con una carga de ansiedad elevada puede ser determinante para el corazón y hasta para la mortalidad.
Esto se debe a que tanto la furia como la depresión, ambas respuestas ansiosas, tienen una relación con la circulación sanguínea en nuestro organismo y, por ello, con la actividad cardíaca.
Además, el estrés que genera enviar mensajes o la frustración por la falta de respuesta pueden provocar reacciones conductuales negativas.
De acuerdo a varias revistas médicas del Reino Unido, las personas que se estresan por utilizar las redes sociales pueden ser más propensas a caer en conductas adictivas con el alcohol, los desórdenes alimentarios, la indiferencia social y los cambios bruscos de ánimo.